PABLO A LOS ROMANOS
1 1 Pablo, ministro de Cristo Jesús, elegido apóstol y apartado para
anunciar la buena nueva de Dios, 2 primero prometida mediante sus profetas en las sagradas
Escrituras, 3 acerca de su Hijo, nacido
como hombre de la estirpe de David, 4 y después de su resurrección
de entre los muertos, establecido por el Espíritu de santidad como potente Hijo
de Dios: Cristo Jesús, nuestro Señor. 5 De él he recibido el grato
encargo apostólico para promover la fe en su nombre entre todas las naciones, 6 y con ellas, también entre
vosotros como elegidos de Cristo Jesús. 7 A todos vosotros los que
estáis en Roma, amados de Dios y llamados a ser santos, favor y paz de Dios
nuestro Padre y del señor Cristo Jesús. 8 En primer lugar, doy
gracias por todos vosotros a mi Dios, mediante Cristo Jesús, ya que vuestra fe
es motivo de alabanza en todo el mundo. 9 El Dios a quien sirvo
fielmente para divulgar la buena nueva de su Hijo, es testigo de que os
menciono sin cesar en mis oraciones, 10 siempre rogándole poder
llegarme a vosotros, si es su voluntad; 11 deseo ir a veros para
compartir experiencias estimulantes que os fortalezcan espiritualmente, 12 pero sobre todo, para
reconfortarnos mutuamente por medio de la fe vuestra y mía. 13 Quiero que sepáis hermanos,
que muchas veces me he propuesto ir a veros para reunir nuevos discípulos, como
en las otras naciones, pero hasta ahora me ha sido imposible. 14 Soy deudor a griegos y a
bárbaros, a sabios y a simples, 15 y por esto tengo un fuerte deseo de anunciar la buena nueva junto
a vosotros en Roma. 16 No me avergüenzo de la buena
nueva, que es el poderoso medio de Dios para llevar a la salvación a cualquiera
que tenga fe, primero al judío y después al griego, 17 por medio de ella se llega
a saber que Dios concede la justificación como resultado de la fe, pues está
escrito: “El justo vivirá por la fe” (Habacuc 2:4) 18 y que la ira de Dios se
manifestará desde el cielo, contra toda la maldad y la hipocresía de los
hombres que por sus prejuicios no quieren creer la verdad; 19 porque lo que puede llegar
a conocerse con respecto a Dios es evidente, y él mismo lo pone de manifiesto, 20 ya que tanto sus cualidades
invisibles como su eterna potencia y su divinidad, se ven con claridad desde la
creación del mundo, comprendiéndose a través de las cosas hechas; 21 y ellos no tienen excusa,
porque habiendo intuido que Dios existe, no le han dado gloria ni gratitud.
La vanidad de sus razonamientos ha ofuscado su torpe entendimiento, 22 y considerándose sabios, se
han desviado, 23 sustituyendo la gloria del Dios incorruptible por imágenes
semejantes al hombre mortal, a los pájaros, a los animales cuadrúpedos o a las
criaturas que se arrastran. 24 Entonces Dios ha permitido
que según los deseos de su corazón perverso, caigan en un estado de corrupción
y de degradación moral, 25 puesto que han contaminado
la verdad de Dios con mentiras, venerando y sirviendo a las cosas creadas más
que al Creador, que merece toda la alabanza por los siglos de los siglos, así
sea. 26 Abandonados por Dios a sus pasiones vergonzosas, sus mujeres han
cambiado su relación natural por una contra natura. 27 Pero también los hombres
han abandonado su relación natural con la mujer, y se han encendido de deseo
unos con otros, hombre con hombre, obrando lo que es obsceno y recibiendo en sí
mismos la recompensa que merecen por su error, 28 y no deseando adquirir un conocimiento exacto de Dios, han caído
en un estado mental deplorable y se han comportado perjudicialmente, 29 excediendo en cualquier clase de injusticia, de maldad, de codicia
y de vileza. Estando llenos de envidia, de violencia homicida, de contiendas,
de engaños, y de malignidad. Siendo delatores y maledicientes, 30 enemigos de Dios,
insolentes, soberbios y jactanciosos, astutos para las cosas perjudiciales,
rebeldes a los padres, 31 y privados de buen sentido, de honradez en los pactos, de afecto
natural, y de misericordia. 32 Y sabiendo que el decreto de Dios condena a muerte a los que hacen
estas cosas, no solo toleran a quienes las practican, también ellos las hacen.
2 1 De modo que si tú,
quienquiera que seas, te constituyes en juez, eres imperdonable, pues cuando
condenas a otros por las mismas cosas que tu practicas, te condenas a ti mismo.
2 Sabemos que el veraz juicio de Dios es contrario a los que hacen
estas cosas, 3 por esto, tú que las practicas ¿Piensas que escaparás a su juicio
condenando a otros? 4 ¿Menosprecias la riqueza de su favor, de su paciencia y de su
generosidad, sin ver que con su benignidad Dios trata de llevarte al
arrepentimiento? 5 Por falta de sensibilidad y por la terquedad de corazón,
acumulas ira sobre ti, hasta que el justo juicio de Dios se manifieste en el
Día de la ira 6 y él remunere a cada uno según sus obras: 7 vida eterna para los que
perseverando en el buen obrar, buscan la gloria, el honor y la incorrupción, 8 e ira e indignación para los
obstinados, que dejándose guiar por sus prejuicios no quieren creer la verdad.
9 Entonces habrá tribulación y angustia para todas las personas que
practican el mal, primero para el judío y después para el griego, 10 mientras que para los que
practican el bien, habrá gloria, honor y paz. 11 En Dios no hay parcialidad,
12 los que hayan pecado sin
tener la Ley, perecerán sin la Ley, pero los que hayan pecado bajo la Ley,
serán juzgados según la Ley. 13 Pues ante Dios no son
declarados justos los que escuchan la Ley si no los que la ponen en práctica, 14 y si personas de las
naciones que no conocen la Ley, instintivamente cumplen lo que la Ley
establece, aunque no estén bajo la Ley, tienen la ley en sí mismos 15 y demuestran que tienen los
mandatos de la Ley escritos en el corazón, como lo atestigua el veredicto íntimo
de su conciencia, cada vez que los acusa o los disculpa. 16 Teniendo esto en cuenta, en
aquel Día, Dios juzgará por medio de Cristo Jesús, las acciones secretas de la
humanidad, como lo revela la buena nueva que yo proclamo. 17 Entonces tú, que te sientes judío y que te apoyas en la Ley, que
te glorías en Dios, 18 en que conoces su voluntad y
en que, por estar instruido en la Ley, reconoces las cosas que son excelentes; 19 tú que estás persuadido de
ser guía de ciegos, luz para los que están en las tinieblas 20 y maestro de los
desamparados y de los inexpertos, por poseer mediante la Ley, las bases del
conocimiento y de la verdad; 21 tú que instruyes a otros ¿No te instruyes a ti mismo? Tú que
predicas que no se debe robar ¿Robas? 22 Tú que dices que no se debe
cometer adulterio ¿Eres adúltero? Tú que dices detestar los ídolos ¿Cometes
sacrilegio? 23 Tú que te jactas en la Ley ¿Deshonras a Dios violando su ley? 24 Puesto que por cosas como
estas la escritura dice: “Por culpa
vuestra, el nombre de Dios es blasfemado entre las naciones”. (Isaías 52:5, Ezequiel 36:20) 25 De hecho, la circuncisión
solamente te es ventajosa si practicas la Ley, mientras que si la violas, es
como si circuncisión no existiese, 26 pero al incircunciso que observa los mandatos de la Ley, su incircuncisión
le será contada como circuncisión ¿No es cierto? 27 De modo que aquel
incircunciso que observa la Ley, te juzgará a ti, que con el Código escrito y
con la circuncisión la vulneras. 28 Porque no es judío quien lo
es exteriormente y la circuncisión no es la que puede verse en el cuerpo, 29 es judío quien lo es en su interior, y la circuncisión es la que
está en su corazón por medio del espíritu, y no por medio de un código escrito.
Este es el que queda aprobado, no por los hombres, sino por Dios.
3 1 ¿Cual es entonces el
privilegio del judío o el beneficio de la circuncisión? 2 ¡Grande en todos los
aspectos! Ante todo porque a ellos se les confiaron las revelaciones de Dios. 3 Pero si luego algunos han sido incrédulos ¿Que diremos? ¿Puede su
incredulidad dejar sin efecto la veracidad de Dios? 4 ¡De ningún modo! Todo hombre comete errores, pero Dios es siempre
recto, como dice la escritura: “Eres
hallado justo cuando hablas y recto cuando juzgas” (Salmo 51: 4) 5 ¿Pudiera entonces alguien
decir, bajo el punto de vista humano: 'Si la justicia de Dios destaca por
nuestra injusticia, no sería él injusto manifestando su indignación'? 6 ¡De ningún modo! Si así
fuese ¿Como juzgaría Dios al mundo? 7 o aún: “Si la rectitud de Dios se hace más evidente por mi error
¿Porqué se me juzga pecador?” 8 Y ¿Porqué no alegar entonces aquel dicho que con falsedad se nos
atribuye: “Tramemos el mal para que venga el bien”? Los que siguen tras estos
razonamientos merecen ser condenados. 9 Pero ¿Estamos nosotros
todavía en una situación privilegiada? Ya no, puesto que hemos dicho que todos,
judíos y griegos, están bajo el pecado, 10 como está escrito: “No hay ni
un hombre recto, no, ni siquiera uno, 11 porque no hay ninguno que
tenga entendimiento y ninguno que busque a Dios; 12 todos se han desviado y
todos juntos se han vuelto indignos, porque no hay ninguno que profese
moralidad, no, ni siquiera uno; 13 sus gargantas son un sepulcro abierto, usan su boca para el engaño
y hay veneno de áspid bajo su lengua. 14 Llenan su boca de
maldiciones y de amargura, 15 y sus pies corren veloces a derramar sangre. 16 Sus caminos son ruina y
miseria, 17 pues ignoran el sendero de la paz 18 y para ellos no hay temor de
Dios”. (Salmos 14:1-3, 5:9, 52:2,
58:4, 10:7, 36:1, Isaías 59:7-8) 19 Nosotros sabemos
que los mandatos de la Ley solo están en vigor para los que se hallan bajo la
Ley, pero para que ninguno pueda criticar y todo el mundo quede sometido al
juicio de Dios, 20 ante Él, ninguno será declarado justo por las obras de la Ley,
porque la Ley solo nos muestra lo que es pecado. 21 En cambio ahora, sin la Ley, se ha dado a conocer el modo en que
Dios concede la justificación que la Ley y los Profetas declaran, 22 aquella que Dios concede
mediante la fe en Cristo, y que está al alcance de todos los que tienen fe, sin
distinciones, 23 pues como todos han pecado y están privados de la gloria de Dios, 24 todos son justificados
gratuitamente, gracias a su generoso don: la redención mediante Cristo Jesús, 25 porque la fe en el poder redentor de su sangre, es la base para
que Dios, por su misericordia, atribuya la justificación; 26 y si toleró en el pasado
los pecados cometidos, fue para mostrar ahora su justicia, justificando a quien
pone fe en Jesús. 27 Entonces ¿Tenéis todavía
algún motivo para jactaros? ¡Ha quedado eliminado! ¿Por que ley? ¿Por la Ley de
las obras? ¡No! Por la ley de la fe, 28 pues nosotros afirmamos que
el hombre es justificado mediante la fe, sin las obras de la Ley, 29 ¿Acaso es Dios solamente el
Dios de los judíos o lo es también de las naciones? 30 También lo es de las naciones, puesto que hay un solo Dios que
mediante la fe, justifica tanto al que es circunciso como al que no lo es.
31 ¿Abolimos entonces la Ley mediante la fe? No, por el contrario la
confirmamos.
4 1 Y de nuestro antepasado
Abraham ¿Que podemos decir? 2 De haber sido declarado justo por sus obras, hubiese podido
jactarse, aunque no ante Dios. 3 Pero dice la escritura que
“Abraham ejerció fe en el SEÑOR y por esto fue
declarado justo”. (Génesis 15:6) 4 Pues de hecho, al que hace
las obras se le debe el salario, no se le da como regalo, 5 pero al que no hace las
obras y cree en aquel que justifica a los pecadores, se le cuenta su fe como
justicia. 6 También David nos habla de la felicidad del hombre a quien Dios
justifica con independencia de las obras, porque dice: 7 “Felices son aquellos a quienes su iniquidad ha sido perdonada y
cuyos pecados han sido borrados. 8 Feliz es el hombre a quien el SEÑOR no imputa el pecado”. (Salmos 32,12) 9 Pero esta declaración de felicidad ¿Es válida solamente para la
circuncisión o lo es también para la incircuncisión? Hemos dicho que a Abraham
se le contó su fe como justicia, 10 pero ¿Cuándo? ¿Cuando era circunciso o cuando era incircunciso?
No fue cuando era circunciso, sino antes. 11 Y él recibió el sello de la
circuncisión como una garantía de la justificación obtenida mediante aquella fe
que ya tenía antes de ser circunciso. De esta manera, llegó a ser padre de
todos los no circuncisos que tienen fe, para que también a ellos se les
atribuya la justificación, 12 y padre de los circuncisos que no solamente lo son, sino que
caminan en las huellas de la fe que nuestro padre Abraham tenía antes de ser
circunciso. 13 Además, la promesa recibida por Abraham y su descendencia de ser
los herederos del mundo, no fue en virtud de la Ley, sino en virtud de la
justificación que deriva de la fe, 14 porque en realidad, si los herederos fuesen los que se adhieren a
la Ley, la fe seria inútil y la promesa sin valor. 15 De hecho, la Ley origina un
juicio, mientras que donde no hay Ley tampoco hay transgresión. 16 Por este motivo la promesa llega como consecuencia de la fe, y es
posible atribuirla generosamente como un don, asegurándola a toda la
descendencia, no solamente a la descendencia que viene mediante la Ley, también
a la que desciende de Abraham mediante la fe, de esta manera es constituido
padre de todos nosotros, como está escrito: “Yo te he constituido padre de un gran número de naciones”. (Génesis 17:5) 17 Y es que él, delante del Dios de su fe, el Dios que vuelve a dar
vida a los muertos y que se refiere a las cosas que no existen como si
existiesen, mantuvo la esperanza contra toda razón de esperar, 18 y con esto demostró la fe
por la que llegó a ser el padre de muchas naciones; Porque cuando se le dijo: “Así será tu descendencia…” (Génesis 15:5), 19 él tenía casi cien años de edad, y aunque consideraba su cuerpo y
el seno de Sara como muertos, 20 no vaciló en la fe ni fue
incrédulo dudando de lo que se le prometía. 21 Y fortalecido por su fe, dio gloria a Dios por estar convencido de
que podía cumplir lo que le había prometido, 22 “por esto fue declarado justo”. (Génesis 15-6) 23 Sin embargo, cuando se
escribió “por esto fue declarado justo”, no fue solamente por él, 24 fue también por nosotros,
puesto que la justificación se nos atribuye mediante la fe en aquel que
despertó de entre los muertos a nuestro señor Jesús, 25 que fue entregado por
nuestras ofensas y despertado para nuestra justificación.
5 1 Justificados entonces por
la fe, estamos en paz con Dios mediante nuestro señor Cristo Jesús, 2 por medio de él podemos
acceder a su generoso don, mientras nos alborozamos con la esperanza de la
manifestación de la gloria de Dios, 3 pero no solo, pues nos alborozamos también por las tribulaciones,
sabiendo que la tribulación produce perseverancia, 4 que la perseverancia nos
permite ser aprobados, que el ser aprobados nos da esperanza y que esta
esperanza no nos defrauda, 5 porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones
mediante el santo espíritu que se nos ha concedido. 6 Mientras todavía nos era imposible tener esperanza, llegó el
momento establecido y Cristo murió por hombres pecadores; 7 aunque tal vez alguno se
arriesgaría a morir por una persona recta, es difícil que alguno se ofrezca a
morir por una que sea culpable. 8 Y sin embargo, Dios nos demuestra su amor en el hecho de que
Cristo murió por nosotros mientras aún éramos pecadores. 9 Por esto, ahora que estamos
justificados por medio de su sangre, con más razón seremos salvados en el Día
de la ira, también por medio suyo. 10 Porque si siendo enemigos se nos ha reconciliado con Dios mediante
la muerte de su Hijo, con más razón seremos salvados mediante su vida ahora que
hemos sido reconciliados, 11 y podemos glorificar a Dios
mediante nuestro señor Cristo Jesús, por medio de quien hemos recibido la
reconciliación. 12 Igual que por causa del
primer hombre el pecado entró en el mundo, por causa del pecado, la muerte se
extendió a todos los hombres, porque todos heredaron el pecado. 13 Por tanto, ya había pecado
en el mundo antes de que llegase la Ley, y a pesar de que cuando no hay ley, el
pecado no puede imputarse, 14 desde Adán hasta Moisés la muerte también reinó sobre aquellos
que no pecaron con una transgresión igual a la de Adán, que resultó como una
figura de aquel que debía venir. 15 Sin embargo, la consecuencia de la transgresión no es como la del
don, porque si por la transgresión de uno han muerto muchos, por medio de un
hombre, Cristo Jesús, se derrama generosamente sobre muchos el don de Dios. 16 Y tampoco ocurre lo mismo con el don que con la transgresión, en
que si el juicio de una sola transgresión llevó a la condena, el don lleva de
muchas transgresiones a la justificación, 17 y si por medio de la
transgresión de un solo hombre, reinó la muerte, por medio de un solo hombre,
Cristo Jesús, reinará la vida en aquellos que reciben el generoso don de la
justificación. 18 De manera que tal como por una sola transgresión la condena se
extendió a todos los hombres, por un solo acto de justicia, la justificación
que da la vida se extiende a todos los hombres, 19 porque tal como por la transgresión de un solo hombre, muchos han
sido constituidos pecadores, por la obediencia de un solo hombre, también
muchos han sido constituidos justos. 20 La Ley fue introducida para
que el pecado se hiciese más evidente, pero donde el pecado abundaba, el don
abundó más generosamente aún, 21 para que de la misma manera que el pecado reinó en la muerte,
también el generoso don reine en la vida eterna, mediante la justificación que
se obtiene por medio de nuestro señor Cristo Jesús.
6 1 ¿Que haremos entonces?
¿Seguiremos en el pecado para hacer que abunde el don? 2 ¡De ningún modo! Nosotros
que hemos muerto con respecto al pecado ¿Como podríamos seguir en él? 3 ¿No sabéis que todos nosotros, al ser bautizados en Cristo Jesús,
fuimos bautizados en su muerte? 4 En aquel momento fuimos
sepultados en su muerte mediante el bautismo, para que de la misma manera que
Cristo fue resucitado de entre los muertos por su glorioso Padre, también
nosotros seamos trasplantados a una vida nueva; 5 y si se nos ha unido a él en
la semejanza su muerte, seguro que también lo estaremos en la semejanza de su
resurrección, 6 pues sabemos que ya no somos esclavos del pecado, porque nuestra
vieja personalidad fue puesta en el palo junto con él, para eliminar la
influencia del cuerpo pecaminoso. 7 De hecho, como el que muere satisface la exigencia legal por el
pecado, 8 tenemos fe en que al haber
muerto junto con Cristo, también viviremos junto con él, 9 porque sabemos que después
de haber sido resucitado de entre los muertos ya no puede morir, la muerte no
tiene ningún poder sobre él, 10 pues la muerte que sufrió,
la sufrió por causa del pecado una vez por siempre, y la vida que ha recibido,
la ha recibido gracias a Dios. 11 Considerad pues, que
también vosotros estáis como muertos en cuanto al pecado, y que mediante Cristo
Jesús, vivís gracias a Dios. 12 Por esto, no os sometáis a los deseos de vuestro cuerpo pecaminoso
que lleva en si la muerte, que el pecado no pueda reinar en vosotros. 13 No presentéis al pecado
vuestros miembros para sostener la injusticia, y presentaros ante Dios como
unos muertos que vuelven a la vida, presentándole vuestros miembros para apoyar
la justicia; 14 así el pecado ya no reinará
sobre vosotros, porque no dependeréis de la Ley sino del generoso don.
15 Pero si no dependemos de la Ley sino del don ¿Podemos seguir
pecando? ¡De ningún modo! 16 ¿No sabéis que cuando
entráis al servicio de alguno os hacéis siervos suyos y tenéis que obedecerle?
tanto si es el pecado que lleva a la muerte como si es la enseñanza que lleva a
la justificación, 17 gracias a Dios, vosotros que erais esclavos del pecado, habéis
mostrado una obediencia sincera a la enseñanza que os fue transmitida, 18 de manera que habéis sido
justificados y por tanto, liberados del pecado. 19 Para resumirlo
sencillamente, os digo que tal como en un tiempo presentabais vuestros miembros
al servicio de la ilegalidad para la impureza, presentadlos ahora al servicio
de la justicia para la pureza, 20 porque mientras estabais al
servicio del pecado no defendíais la justicia 21 ¿Y qué resultado podíais
obtener? uno que os avergüenza y que resulta en muerte; 22 pero liberados del pecado,
os habéis hecho servidores de Dios y como resultado obtenéis la santificación,
cuyo fin es la vida eterna. 23 Porque el salario por el
pecado es la muerte, pero el don generoso de Dios mediante Cristo Jesús nuestro
Señor, es la vida eterna.
7 1 Y dirigiéndome ahora a
personas que conocen la Ley, digo: Hermanos ¿Ignoráis acaso que la Ley tiene
poder sobre el hombre mientras vive? 2 Igual que la mujer casada
permanece sujeta a la ley de su marido mientras él vive, pero queda libre de su
ley si él muere; 3 y si perteneciese a otro hombre mientras su marido vive, sería
considerada adúltera, pero si él muere queda liberada de su ley y no se la
consideraría adúltera por pertenecer a otro, 4 ahora vosotros, hermanos
míos, para obtener la aprobación de Dios también habéis muerto a la Ley
mediante el cuerpo de Cristo, para pertenecer a otro, al que ha sido despertado
de entre los muertos. 5 Mientras estábamos bajo la influencia del cuerpo pecaminoso, las
pasiones, reavivadas por la Ley obraban a través de nuestros miembros para que
como resultado obtuviésemos la muerte. 6 Pero ahora que hemos muerto
a lo que nos tenía en esclavitud, hemos sido liberados de la Ley para servir,
no por medio del antiguo Código escrito, sino mediante un espíritu nuevo.
7 ¿Queremos con esto decir que
la Ley promueve el pecado? ¡De ningún modo! pero de no ser por la Ley, yo no
hubiera reconocido el pecado. De hecho, no me hubiese dado cuenta de la codicia
si la Ley no dijese: “No debes codiciar”. (Exodo
20:17) 8 Pero el pecado se ha servido
del Mandamiento para desvelar en mí toda suerte de codicia, mientras que sin la
Ley, el pecado no se imputa. 9 En un tiempo yo vivía sin la Ley, pero al llegar el Mandamiento,
el pecado se hizo imputable y yo quedé expuesto a morir 10 porque el pecado,
seduciéndome, aprovechó la ocasión para sujetarme al poder de la muerte por
medio del Mandamiento, 11 y así, el Mandamiento que debía conseguirme la vida, me dejó
expuesto a morir. 12 Pero si la Ley es santa y el Mandamiento es santo, justo y bueno 13 ¿Me expone lo que es bueno
a morir? ¡No es así! El pecado me deja expuesto a la muerte sirviéndose de lo
que es bueno, pero el Mandamiento solamente denuncia lo que es pecado, para que
pueda ser reconocido. 14 Nosotros sabemos que la Ley
es espiritual, y sin embargo yo soy humano e indefenso ante el poder del
pecado, 15 así que no siempre apruebo mi modo de proceder, porque a veces
hago lo que odio en lugar de lo que deseo. 16 Aun así, cuando no deseo
hacer lo que hago, admito que la Ley es excelente, 17 y no soy yo quien lo hace,
es el pecado que mora en mí. 18 Porque sé que en mí, o sea en mi cuerpo pecaminoso, no anida nada
bueno y aunque tengo capacidad para desear lo excelente, no tengo poder para
practicarlo; 19 por esto no siempre hago el
bien que deseo, y hago el mal que no quisiera hacer. 20 Sin embargo, cuando hago lo que no deseo, no soy yo quien lo hace,
es el pecado que mora en mí, 21 porque encuentro en mí esta ley: cuando deseo hacer lo bueno, lo
malo está presente en mí; 22 en mi interior, verdaderamente me deleito en la ley de Dios, 23 pero en mis miembros percibo
otra ley que combate contra la ley de mi mente, y me conduce prisionero a la
ley del pecado. 24 ¡Pobre de mí! ¿Quien me liberará del cuerpo que sufre esta muerte?
25 Lo hará Dios por medio de Cristo Jesús nuestro Señor, pues aunque
mis miembros están sujetos a la ley del pecado, yo, con mi mente, me sujeto a
la ley de Dios.
8 1 Por esto nadie puede condenar a los que están unidos a Jesús, 2 ya que la ley del espíritu
que por medio de Cristo Jesús da la vida, nos ha liberado de la ley del pecado
y de la muerte. 3 Lo que no pudo hacer la Ley,
que resultó ineficaz por la condición pecaminosa del cuerpo, lo hizo posible
Dios al enviar a su propio hijo en semejanza al cuerpo pecaminoso, para
eliminar las consecuencias del pecado que habita en el cuerpo, 4 de modo que la justa exigencia
de la Ley pueda cumplirse en nosotros que no vivimos para satisfacer los deseos
de los sentidos, sino en armonía al espíritu. 5 Los que viven para
satisfacer sus sentidos vuelven su atención a las cosas materiales, mientras
que los que viven en armonía con el espíritu, la vuelven a las cosas
espirituales. 6 Pero vivir para satisfacer
aquello que los sentidos desean resulta en la muerte, mientras que vivir para
satisfacer aquello que el espíritu necesita resulta en vida y en paz. 7 El deseo de los sentidos es
enemigo de Dios, no se somete a la ley de Dios ni puede hacerlo, 8 por esto los que viven para
su satisfacción no pueden agradar a Dios. 9 Entonces, si es verdad que
el espíritu de Dios mora en vosotros, debéis vivir en armonía con el espíritu y
no para satisfacer lo que los sentidos deseen, ya que si uno no vive en armonía
con el espíritu, como lo hizo Cristo, tampoco le pertenece. 10 Si es cierto que Cristo
está unido a vosotros, también es cierto que habéis muerto al pecado y mediante
la justificación, estáis viviendo para el espíritu, 11 y si el espíritu de Aquel
que despertó a Jesús de entre los muertos reside ahora en vosotros, el que le
despertó también dará vida a vuestros cuerpos mortales mediante su espíritu; 12 no vivamos pues para
satisfacer los deseos de los sentidos, hermanos, 13 porque si vivimos para complacerlos podemos estar seguros de que
moriremos, mientras que si vivimos en armonía con el espíritu y hacemos morir
las prácticas del cuerpo pecaminoso, viviremos. 14 Todos los que están guiados
por el espíritu de Dios son hijos de Dios,15 por esto vosotros no habéis
recibido un espíritu que todavía os haga sentir esclavos del temor, sino un
espíritu de adopción por el que llamamos al Padre ¡Abbá! en voz alta, 16 y el espíritu mismo testifica
junto con nuestro espíritu, que somos hijos de Dios; 17 pero si somos hijos, en
verdad somos herederos, herederos de Dios y coherederos con Cristo, con tal de
que suframos juntos, para que también juntos seamos glorificados. 18 Yo creo que los sufrimientos del tiempo presente no son dignos de
ser comparados con la gloria que se revelará en nosotros. 19 La humanidad entera está esperando ansiosamente la revelación de
los hijos de Dios, 20 porque no fue sometida a la futilidad por voluntad propia sino
por la culpa de aquel que transgredió, 21 por esto también mantiene
la esperanza de llegar a ser emancipada de la esclavitud a la corrupción, para
poder participar en la gloriosa libertad de los hijos de Dios. 22 Nosotros sabemos que hasta ahora, la entera humanidad está
gimiendo como en los dolores del parto, 23 pero no solo esta, pues
aunque tenemos las primicias del espíritu, también nosotros gemimos mientras
esperamos ansiosamente la adopción como hijos, y el ser liberados de nuestro
cuerpo corruptible ¡Esta esperanza es la que nos consuela! 24 No necesitaríamos esperanza
si pudiésemos ver lo que esperamos, pues ¿Cómo esperar lo que uno ya ve? 25 pero por medio de la
esperanza aguardamos con paciencia aquello que todavía no podemos ver. 26 Además, cuando estamos afligidos viene en nuestra ayuda el
espíritu, y aunque no siempre sepamos que pedir, el espíritu mismo intercede en
nuestro favor, 27 porque él examina los corazones y sabe cuales son nuestras
necesidades verdaderas, y con las palabras que no hemos sabido expresar,
intercede ante Dios en favor de los santos. 28 Nosotros sabemos que Dios
hace cooperar todas sus obras para el bien de los que le aman, o sea, de
aquellos que Él ha llamado según su propósito, 29 que son los que desde el
principio ha reconocido y ha designado para ser modelados a semejanza de su
Hijo, para que él sea el primogénito de muchos hermanos, 30 porque los que han sido
previamente elegidos por Él son los que Él ha llamado, los que Él ha llamado
son los que ha justificado, y en fin, los que Él ha justificado son los que
glorificará. 31 Y ¿Que tenemos que decir a esto? Si Dios está con nosotros ¿Quien
estará en contra nuestra? 32 pues Aquél que ni siquiera retuvo a su propio Hijo, entregándolo
por todos nosotros ¿No nos dará bondadosamente junto con él, todas las demás
cosas? 33 ¿Quien se atreverá entonces a presentar una acusación contra los
elegidos de Dios? Dios mismo es quien los ha justificado, 34 por tanto ¿Quien los
condenará? Intercede por nosotros Cristo Jesús, que murió, pero sobre todo, que
fue despertado de entre los muertos y está a la diestra de Dios. 35 ¿Quien podrá entonces separarnos del amor del Cristo? ¿La
tribulación, la angustia o la persecución? ¿El hambre o la desnudez? ¿El estar
expuestos al peligro o a la espada? 36 porque está escrito: “Por ti
cada día nos enfrentamos a la muerte y somos considerados como ovejas para el
degüello”. (Salmo 44:23) 37 Sin embargo, sobre todas
estas cosas somos plenamente victoriosos por medio de aquel que nos ama; 38 Y estoy persuadido de que ni
muerte ni vida, ni ángeles ni gobiernos, ni cosas presentes o futuras, ni
poderes, 39 ni altura o profundidad, ni ninguna otra creación, podrán
separarnos del amor de Dios y de Cristo Jesús, nuestro Señor.
9 1 Delante de Cristo no miento,
y mi conciencia junto con el espíritu santo confirman que digo la verdad, 2 si digo que tengo en mi
corazón un gran dolor y una pena constante, 3 porque yo mismo hubiese
deseado ser maldito con Cristo, en favor de mis hermanos, de mis parientes los
Israelitas, 4 a quienes corresponden la adopción como hijos, la gloria, los
pactos, la promulgación de la Ley, el servicio sagrado, las promesas, 5 los antepasados de cuyo
linaje nació Cristo y sobre todo, el Dios a quien pertenece la alabanza para
siempre. Así sea. 6 Pero no es que la palabra de Dios haya venido a menos, puesto que
no todos los que descienden de Israel son verdaderamente Israel, 7 ni por el hecho de ser descendientes de Abraham, son todos hijos
suyos, porque: “Aquella que será llamada tu
descendencia vendrá por Isaac…” (Gen. 21:7)
8 Así pues, los hijos naturales no son en realidad hijos de
Dios, mientras que los hijos de la promesa se consideran descendencia suya, 9 porque la promesa fue: “En esta misma estación volveré y Sara tendrá un hijo...” (Genesis
18:14) 10 y no solo fue en este caso, también cuando Rebeca concibió
gemelos de Isaac, nuestro antepasado, 11 antes de que naciesen y de
que hubiesen hecho cosas buenas o malas, para que el propósito de Dios en lo
que a la elección se refiere dependiese solamente del que hace la llamada y no
de las obras, 12 se le dijo: “El mayor servirá
al menor”, (Génesis 25:23) 13 y así está escrito: “He amado a Jacob, pero he rechazado a Esaú…” (Malaquías 1:2-3) 14 ¿Que diremos de esto? ¿Es quizás Dios injusto? ¡De ningún modo! 15 A Moisés le dice: “Tendré misericordia de quien yo desee y mostraré compasión a quien
yo quiera”. (Éxodo 33:19) 16 Entonces no depende ni del
que lo desea ni del que se ofrece, sino de la misericordia de Dios. 17 Está escrito que le dice al
Faraón : “En realidad te he mantenido con
vida para mostrarte mi poder y que mi nombre sea conocido en toda la tierra”. (Éxodo 9:16) 18 De modo que de acuerdo con su voluntad, muestra misericordia a
algunos y permite obstinarse a otros. 19 Pero entonces me diréis:
“¿Si nadie puede enfrentarse a su voluntad, porqué nos censura Dios?” 20 Y ¿Cómo es que tú siendo
humano, te atreves a censurar a Dios? ¿Acaso puede el objeto decirle a quien lo
ha modelado: “¿porque me has hecho así?” 21 ¿No tiene autoridad el
alfarero para hacer con la misma arcilla un vaso para uso noble y otro para uso
común? 22 Si Dios quisiese aplicaría su autoridad para ajustar cuentas con
todos, pero soporta con mucha paciencia unos vasos que merecen juicio y
destrucción, 23 para hacer llegar la justificación a unos vasos que
misericordiosamente, fueron preparados de antemano para la gloria, 24 o sea nosotros, los que
hemos sido llamados por Él, no solo de entre los judíos, también de entre las
naciones. 25 Él dice en Oseas: “Llamaré
pueblo mío a los que no son mi pueblo y amada a la que no es amada…” (Oseas 2:23) 26 Y vuelve a decir en Oseas
mismo: “Sucederá que en lugar de decirles:
vosotros no sois mi pueblo, se les dirá: sois hijos del Dios viviente”. (Oseas1:10) 27 Pero con respecto a Israel, Isaías declara: “Aunque el número de los hijos de Israel sea como las arenas del
mar, solo será salvado un resto, 28 porque el SEÑOR hará un ajuste de cuentas sobre la tierra,
llevándola a la destrucción”. (Isaías
10:22-23) 29 E Isaías predice de nuevo: “Si el SEÑOR de los ejércitos no hubiese dejado un resto, hubiésemos
acabado igual que Sodoma, lo mismo que Gomorra”. (Isaías 1:9) 30 ¿Que diremos entonces? que
las personas de las naciones no perseguían la justificación y sin embargo han
conseguido aquella justificación que se atribuye por medio de la fe, 31 mientras Israel perseguía
la justificación por medio de la Ley y no ha podido alcanzarla, 32 ¿Porqué? Porque ellos
deseaban obtenerla, no por medio de la fe, sino por medio de las obras, por
tanto han tropezado con la “Piedra de fundamento”, 33 como se escribió: “He aquí que pongo en Sión una piedra de fundamento, una piedra que
sirve para medir, y quien ponga su fe en ella no será defraudado”. (Isaías 28:16)
10 1 Hermanos, yo deseo y ruego a
Dios con todo el corazón que consigan salvarse, 2 porque soy testigo de que
tienen celo por Dios, pero sin discernimiento, 3 porque queriendo establecer
su propia justicia, han ignorando la justicia de Dios y no han podido someterse
a ella. 4 La Ley termina con Cristo, para que cualquiera que tenga fe sea
justificado; 5 y de la justificación que se obtiene mediante la Ley, dice Moisés:
“el hombre que practique todas estas cosas
vivirá gracias a ellas”, (Levítico
18:5) 6 mientras que de la
justificación que deriva de la fe, dice: “la palabra está cerca de ti, en tu corazón”, y esta “palabra” es la fe que nosotros anunciamos,
7 pero dice: "No debes pensar ¿quien nos la bajará del el
cielo?" ya que desde allí bajó Cristo, 8 ni "¿quién nos la subirá del abismo? (Dt. 9:4 y 30:12) ya que
desde allí regresó Cristo de entre los muertos; 9 si por propia palabra
declaras públicamente que Jesús es el Señor, y con el corazón ejerces fe en que
Dios lo ha despertado de entre los muertos, serás salvado, 10 porque con el corazón se
ejerce fe para alcanzar la justificación, y con la boca se hace una declaración
pública para la salvación. 11 Por esto dice la escritura
que “Quien ponga fe en ella, no será
defraudado”. (Isaías 28:16) 12 Ahora ya no hay distinción
entre judío y griego, porque sobre todos hay un mismo Señor que es generoso con
los que le invocan, 13 de modo que cualquiera que le invoque será salvado. 14 No obstante ¿Cómo le
invocarán si no han mostrado fe en él? y ¿Cómo mostrarán fe si no han oído
hablar de él? pero ¿Cómo oirán hablar de él si nadie lo anuncia? 15 y ¿quienes lo anunciarán si
no han sido enviados? Está escrito: “Cuan agradables son los pasos de los que anuncian buenas nuevas de
cosas gratas”, (Isaías 52:7) 16 y sin embargo, no todos
obedecen a esta buena nueva, por esto Isaías dice: “SEÑOR ¿Quienes son los que han puesto fe en lo que han oído?” (Isaías 53:1) 17 ya que la fe es el resultado de lo que se oye, mientras que lo
que se oye proviene de la palabra de Cristo. 18 Y yo digo que ellos no se
han quedado sin oírla ¿No es así? Pues verdaderamente: (Salmos 19:4) 19 ¿Cómo es posible entonces
que Israel no haya comprendido? Primero dice de ellos Moisés: “Haré que tengáis celos de los que no forman una nación y os
enfureceré por medio de una nación que no me ha conocido”. (Deuteronomio 32:21) 20 Luego se adelanta a decir
Isaías: “Fui hallado por quienes no me
buscaban y me di a conocer a los que no se interrogaban acerca de mí” 21 pero refiriéndose a Israel, declara: “Todo el tiempo he estado extendiendo mis manos hacia un pueblo que
es desobediente y obstinado”. (Isaías
61:1-2)
11 1 Ahora yo me pregunto ¿Ha
rechazado pues Dios a su pueblo? No puede ser, puesto que yo mismo soy un
israelita de la descendencia de Abraham y de la tribu de Benjamin. 2 Dios no ha rechazado al pueblo que desde un principio eligió para
sí. ¿No conocéis la escritura? Cuando Elías se lamentaba de Israel ante Dios,
diciendo: 3 “SEÑOR, han matado a tus
profetas y han demolido tus altares; solo he quedado yo y quieren quitarme la
vida” 4 ¿Cuál fue en respuesta la
declaración divina? “He reservado para
Mí siete mil hombres que no han doblado su rodilla ante Baal”. (1º Reyes:19:14-18) 5 Pues bien, también en
nuestro tiempo hay un resto que ha sido elegido mediante la concesión de un don
generoso, 6 de manera que si la elección se ha concedido gratuitamente, no lo
ha sido por las obras, porque entonces el don no hubiese sido necesario, 7 y así es como los elegidos
han obtenido lo que Israel persiguió sin poder alcanzarlo 8 por tener el discernimiento ofuscado, como se escribió: “Hasta el día de hoy, el SEÑOR les ha dado una sensación de profundo
sueño, unos ojos que no ven y unos oídos que no oyen”; 9 y también David dice: “Que sus
festines se conviertan en un lazo y en una trampa, en una piedra de tropiezo y
en una retribución. 10 Que sus ojos se oscurezcan para que no vean y sus espaldas se
doblen para siempre”. (Salmos 69:22)
11 Sin embargo yo pregunto, al tropezar ¿han caído para siempre? ¡No
es posible! Pero por su caída, la salvación ha derivado hacia las personas de
las naciones, incitándoles a los celos, 12 y si su caída ha resultado
ventajosa para el mundo, y su error ventajoso para las naciones ¡Cuánto más
ventajoso sería su total restablecimiento! 13 Al dirigirme ahora a
vosotros, que sois personas de las naciones, para cumplir con dedicación mi
ministerio como Apóstol de las naciones que soy, 14 tengo la esperanza de
provocar celos en los de mi raza, para poder salvar a algunos. 15 Porque si el que ellos hayan
sido repudiados ha resultado en reconciliación para el mundo, su recuperación
sería como una resurrección de entre los muertos. 16 Puesto que si las primicias
se consideran santas, también lo es la cosecha entera, y si las raíces son
santas, también lo son las ramas. 17 Entonces, aunque algunas ramas hayan sido podadas para que tú,
que provienes de un olivo selvático, fueses injertado entre ellas y
participases de la grosura del olivo por medio de la raíz, 18 no te sientas superior a las
ramas naturales; acuérdate si las desprecias, de que no eres quien sostiene a
las raíces sino las raíces las que te sostienen a ti. 19 Puede que digas: “Algunas
ramas han sido podadas para que yo pueda ser injertado”, 20 y es cierto que fueron
podadas por su falta de fe, mientras que tú fuiste injertado mediante la fe.
Pero aún así no te sientas superior, es mejor que sientas temor, 21 porque si Dios no tuvo
consideración con las ramas naturales, tampoco la tendrá contigo. 22 Observa la severidad y la
benignidad de Dios; severidad con los que cayeron pero benignidad contigo,
mientras permanezcas en condición de recibirla, que sino, también serás podado.
23 Además, si ellos no
persisten en su falta de fe volverán a ser injertados, 24 puesto que si has sido
cortado de un olivo por naturaleza selvático, para ser injertado contra
naturaleza en un olivo doméstico, ellos, que son las ramas naturales, con más
razón volverán a ser injertados en su propio olivo, 25 porque no quiero que ignoréis este secreto sagrado, hermanos, para
que no os consideréis demasiado sabios: el discernimiento de la mayor parte de
Israel ha sido ofuscado, para que el número predeterminado de la gente de las
naciones sea recogido, y salvado junto al número predeterminado de Israel, 26 pues está escrito que “El
libertador saldrá de Sión y alejará de Jacob las prácticas impías. 27 Y este será mi pacto con
ellos cuando borre sus pecados...” (Isaías
59:20) 28 Entonces, aunque sea verdad que ellos son enemigos de la buena
nueva para ventaja vuestra, en lo que a la elección se refiere, son amados por
causa de los antepasados, 29 ya que los dones y la llamada son cosas de las que Dios no se
vuelve atrás; 30 y si por su desobediencia a Dios, se os ha mostrado misericordia
a vosotros que antes erais desobedientes, 31 a ellos, que ahora son
desobedientes, también se les puede mostrar la misma misericordia
que se os mostró a vosotros, 32 porque Dios ha encerrado a todos en la desobediencia, para poder
mostrar a todos su misericordia. 33 ¡Que grandes son la generosidad, la sabiduría y el discernimiento
de Dios! ¡Que profundos son sus juicios, y sus caminos que elevados!
34 ¿Quien es el que puede llegar a conocer los pensamientos del SEÑOR
o ser su consejero? 35 Y ¿Quien es el que le ha dado algo primero para que Él deba
restituírselo? 36 Todas las cosas han llegado
a ser a causa de Él, por Él y para Él ¡A Él para siempre la gloria! Así sea.
12 1 Y ya que Dios os ha mostrado misericordia, os exhorto
hermanos, a presentaros vosotros mismos en sacrificio vivo, santo y aprobado,
como una elocuente ofrenda a Dios; 2 no os conforméis al sistema del mundo actual, y transformad
vuestra mente renovándola, para que podáis discernir cual es la verdadera, la
aprobada y la completa voluntad de Dios. 3 Por el encargo que
generosamente me ha sido otorgado, a cada uno de vosotros os exhorto a no
teneros en un concepto más elevado del necesario. Consideraros con un criterio
sensato, de acuerdo con la medida de fe que Dios haya concedido a cada uno, 4 porque igual que en un mismo
cuerpo hay muchos miembros y no todos tienen la misma función, 5 nosotros, que también somos
muchos, nos pertenecemos unos a otros formando un solo cuerpo junto con Cristo,
6 y gracias a su favor, se nos han asignado distintos dones.
Entonces, si son de profecía, profeticemos en relación a la fe, 7 y si son de servicio,
dediquémonos a tales ministerios: el que sea maestro, a la enseñanza; 8 el que exhorta, a animar, y aquel que hace participar a los demás,
que lo haga con sencillez. El que presida debe trabajar con diligencia y el que
distribuya la ayuda, debe hacerlo con alegría. 9 Haced de manera que vuestro
amor sea sin hipocresía, odiad el mal y apegaos a lo que es bueno, 10 mientras tomáis la
iniciativa en mostraros unos a otros honor y tierno afecto. 11 Sed diligentes, no seáis
indecisos y servid al Señor con un espíritu ferviente, 12 alegres por la esperanza,
pacientes en la tribulación y constantes en la oración. 13 Contribuid a las necesidades de los santos, buscad ser
hospitalarios, 14 y bendecid a los que os persiguen ¡Bendecid y no maldigáis! 15 Compartid las alegrías y los dolores de los demás, 16 siendo respetuosos al tratar
unos con otros. No deseéis honores para vosotros mismos, y no os consideréis
sabios. Dejaros atraer por las cosas humildes, 17 y no devolváis a ninguno mal
por mal. Sed afables, 18 y si es posible, en lo que de vosotros dependa, vivid en paz con
todos. 19 No os venguéis vosotros mismos amados, dejad lugar para la ira,
porque está escrito: “la venganza es
mía, yo pagaré, dice el SEÑOR”, 20 pero “si tu enemigo tiene hambre, dale de comer y si tiene sed, dale de
beber, porque haciendo estas cosas acumularás carbones ardientes sobre su
cabeza”. (Proverbios 25:21) 21 No os dejéis vencer por el
mal, venced al mal con el bien.
13 1 Que toda alma se sujete a
la autoridad constituida, puesto que no habría autoridad si no fuese por
concesión de Dios. Y cuando Dios consiente la que existe, 2 el que se opone a la
autoridad, en verdad se opone a las disposiciones de Dios, y los que se
enfrentan a ella se acarrean una condena. 3 Los magistrados no causan
temor en los que hacen el bien, sino en los que hacen el mal, de manera que si
no quieres tener que temer a la autoridad, compórtate bien y recibirás su
aprobación; 4 cuando haces el bien, esta actúa en favor tuyo como un servidor de
Dios, en cambio si haces el mal, teme, porque no lleva la espada en vano, y
actuará como un servidor que manifiesta la ira de Dios sobre los que practican
cosas malvadas. 5 Entonces, es preciso que os sujetéis a ella no solo por temor al
castigo, sino por vuestra propia conciencia, 6 y además también pagáis los
impuestos para esto. 7 Considerad pues a los
magistrados como agentes públicos de Dios, dando a cada cual lo que le es
debido; al que pide impuesto, el impuesto; al que pide tributo, el tributo; al
que pide respeto, el respeto y al que pide honor, el honor. 8 No debáis nada a ninguno, si
no es el amor que os debéis unos a otros, porque el que ama a los demás ha
cumplido la Ley. 9 Los mandamientos “no cometerás adulterio, no asesinarás, no robarás, no codiciarás” y todos los otros, pueden resumirse en estas palabras: “Debes amar al prójimo como a ti mismo”, (Exodo
20:13) 10 y puesto que el amor no hiere al prójimo, el amor es el
cumplimiento de la Ley. 11 Comprendemos que es el momento de despertar del sueño, y que
nuestra salvación está más cercana que cuando nos hicimos creyentes, 12 pues ha entrado la noche y
se ha acercado el día. Despojémonos entonces de las obras de las tinieblas, y
revistamos las armas de la luz, 13 mientras vamos caminando decorosamente, como bajo la luz del día,
y no en comilonas ni embriagueces, ni en inmoralidad y libertinaje, ni en
contiendas y celos. Asumid la misma actitud que el señor Cristo Jesús, y no
hagáis planes para satisfacer lo que los sentidos codician. (Levítico
19:18)
14 1 Acoged también entre vosotros al que todavía es débil en la fe,
sin criticar sus opiniones personales. 2 Pues hay quien considera
lícito comer de todo, mientras que otro más débil, come solamente vegetales. 3 Pero el que come de todo no debe juzgar al que se abstiene, y
tampoco el que se abstiene debe juzgar al que come, porque Dios le ha llamado 4 y ¿Quién eres para juzgar al servidor de otro? El que se mantenga
en pié o caiga no es asunto tuyo, sino de su Señor, y si se mantiene en pié, es
porque Dios lo quiere así. 5 Hay quien considera un día
superior a otro, y quién considera que son todos iguales. Que cada uno
profundice en sus convicciones personales, 6 porque el que considera
superior un día, lo hace por el Señor, y el que los considera todos iguales,
también lo hace por el Señor. Del mismo modo, el que come, come en armonía con
el Señor, dando las gracias a Dios, y el que no come, también se abstiene por
el Señor y da las gracias a Dios. 7 De hecho, ninguno de nosotros vive para sí mismo o muere para sí
mismo, 8 porque si vivimos, vivimos para el Señor y si morimos, morimos por
él; y tanto si vivimos como si morimos, somos del Señor, 9 porque Cristo murió y volvió
a la vida para llegar a ser el Señor de los muertos y de los vivos.
10 Entonces, ¿Porqué juzgas a
tu hermano? y también ¿Porque desprecias a tu hermano? Todos nos presentaremos
individualmente ante el tribunal de Dios, 11 porque está escrito: “Tan cierto como que yo vivo, dice el SEÑOR, toda rodilla se doblará
ante mí y toda boca dará gloria a Dios”. (Isaías 45:23) 12 En aquel día cada uno de
nosotros rendirá cuentas de sí mismo ante Dios, 13 y si así son las cosas,
dejemos de juzgarnos unos a otros, es mejor que penséis en como no hacer
tropezar y caer a vuestro hermano. 14 Yo sé y estoy convencido en
armonía con el Señor, de que ninguna cosa es en si misma impura, aunque si
alguien la considera así, lo es para él. 15 Por esto, si la conciencia
de hermano se perturba a causa de lo que tu comes, no te comportas con amor.
Ten cuidado de que por causa de la comida no tropiece alguno por quién Cristo
murió. 16 Debéis hacer de manera que la libertad que gozáis no pueda ser
causa de censura. 17 Además, el reino de Dios no
consiste en comer y en beber, sino en justicia, paz y gozo mediante el espíritu
santo, 18 y quién rinde servicio a Cristo de esta manera, es grato a Dios y
respetado por los hombres. 19 Busquemos entonces las
cosas que contribuyan a la paz, y que sean útiles a la mutua edificación, 20 y no derribemos la obra de
Dios por una cuestión de comidas. Porque si todas las cosas son puras, deben
considerarse impuras, cuando por comerlas, alguno tropieza, 21 es mejor no comer carne, ni
beber vino, ni cualquier otra cosa que pueda escandalizar a un hermano, y hacer
que se debilite y tropiece; 22 guarda tus convicciones para ti mismo y ante Dios, pues ¡Feliz es
el que no se crea problemas por lo que considera justo! 23 pero el que come dudando se
sentirá culpable porque no está convencido de lo que hace, y cualquier cosa que
se hace sin convicción, es un error.
15 1 Nosotros que somos fuertes, debemos tomar en consideración los
escrúpulos de los que son más débiles en la fe, sin buscar nuestro propio
agrado. 2 Cada uno debe buscar el agrado de su prójimo, porque esto es útil
para edificarle, 3 de hecho, Cristo no buscó su propio agrado, pues está escrito: “Las ofensas de aquellos que te deshonraban han caído sobre mí”, (Salmos 69:9) 4 y todas las cosas que se escribieron, fueron escritas para nuestra
instrucción, para que por medio de la perseverancia, y por el consuelo que
proviene de las Escrituras, podamos mantener la esperanza. 5 Que mediante la paciencia y
el consuelo que viene de Dios, se os conceda el tener unos con otros la misma
disposición que tuvo Cristo Jesús, 6 para que con una misma voz glorifiquéis de común acuerdo al Dios y
Padre de nuestro señor Cristo Jesús. 7 Acogeros pues los unos a los
otros como os acogió Cristo para la gloria de Dios, 8 Pues en favor de la veracidad de Dios, Cristo se hizo ministro de
los circuncisos para que las promesas hechas a los antepasados se cumpliesen, 9 pero también las naciones
pueden glorificar a Dios por su misericordia, como está escrito: “Te loaré en medio de las naciones y cantaré alabanzas a tu nombre” (Salmos 18:49) 10 y “Naciones, compartid la alegría de su pueblo”, 11 y de nuevo: “Naciones todas, alabad al SEÑOR, que todos los pueblos le alaben”,(Salmos 1:171) 12 e Isaías dice otra vez: “De la raíz de Jesé
tiene que brotar aquel que será encumbrado para gobernar a las naciones, aquel
en quien las naciones depositarán su esperanza”. (Is.
11:10) 13 Entonces, el Dios que da esperanza os colme de gozo y de paz por
vuestra fe, para que por el poder del espíritu santo, reboséis de esperanza.
14 Hermanos míos, yo estoy persuadido de que estáis plenos de bondad
y de todo el conocimiento, y que sois capaces de corregiros unos a otros, 15 pero os he escrito con algo
de audacia sobre algunos puntos para recordaros las cosas que ya sabéis, movido
por la responsabilidad que tengo al ser el ministro de Cristo Jesús entre las
naciones; pues este encargo me ha sido concedido generosamente por Dios, para
administrar el servicio sagrado de la proclamación de su buena nueva, 16 y el progreso de las personas de las naciones le sea grato y
santificado por medio del espíritu santo. 17 Tengo pues razones para
alborozarme en Cristo Jesús con respecto a las cosas de Dios, 18 pero no quiero hablar de nada que no sea lo que Cristo ha obrado a
través mío, por palabras, obras, 19 y potentes prodigios y
señales mediante el poder del santo espíritu, para que las personas de las naciones
se hagan obedientes. He llevado a cabo la proclamación de la buena nueva del
Cristo en un itinerario que va desde Jerusalén a la Iliria, 20 trabajando con empeño para
no edificar sobre el fundamento de otros, y declarar la buena nueva donde
Cristo no había sido todavía anunciado, 21 pues está escrito: “Aquellos a quienes no se les había profetizado, le verán y aquellos
que no habían oído hablar de él, escucharán…” (Isaías 52:15) 22 Hasta ahora distintas
razones me han impedido llegarme a vosotros, 23 pero en estas regiones ya no
tengo campo de acción, y desde hace años siento un gran deseo de ir a veros; 24 de modo que espero poder
hacerlo cuando vaya de paso hacia España, para que después de haber gozado
hasta la saciedad de vuestra compañía, pueda con vuestra ayuda, encaminarme
hacia aquella región. 25 Ahora estoy a punto de viajar a Jerusalén para prestar un
servicio a los santos, 26 porque en la Macedonia y en
la Acaya
se ha hecho una colecta en favor de los santos de Jerusalén que están en la
pobreza. 27 Las personas de las naciones han contribuido de buen grado por
creerse en el deber de hacerles participes de sus cosas materiales, pues se
sienten en deuda con ellos por haber participado de sus cosas espirituales. 28 Pero después de haber
cumplido con esto y de haber presentado oficialmente la contribución, partiré
hacia España, llegándome de paso a vosotros, 29 pues estoy convencido de
que al llegar compartiré con vosotros una medida colmada de las bendiciones del
Cristo. 30 Hermanos, por el señor Cristo Jesús y por el amor del espíritu,
os exhorto a que os esforcéis todos conmigo en orar a Dios por mí, 31 para que se me
proteja de los rebeldes de la Judea, y para que el servicio que presto en
Jerusalén sea del agrado de los santos; 32 de esta manera llegaré
contento a vosotros, y si es la voluntad de Dios, en vuestra compañía gozaré de
un poco de descanso. Que el Dios de la paz sea con todos vosotros. Así sea.
16 1 Os encomiendo a nuestra hermana Febe, que es servidora
ministerial en la congregación de Cencrea; 2 recibidla en el nombre del
Señor, como debe hacerse con los santos, dándole asistencia en cualquier cosa
que pueda necesitar, puesto que también ella ha asistido a muchos, incluyéndome
a mí. 3 Saludad a Priscila y a Aquila, compañeros míos en la obra de
Cristo Jesús, que han arriesgado su cabeza para salvar mi vida. 4 Yo no soy el único que les
está agradecido, también se lo están todas las congregaciones de las naciones.
5 Saludad también a la congregación que se reúne en su casa y dad un
saludo a mi dilecto Epéneto,
el primer discípulo de Cristo en la provincia de Asia. 6 Saludad a María, que tan
duramente ha trabajado para vosotros, 7 y saludad a Andrónico
y a Junia,
mis parientes y compañeros de prisión, que se unieron a Cristo antes que yo, y
que gozan de una gran consideración ante los apóstoles. 8 Saludad a Ampliato,
mi amado en el Señor. 9 Un saludo a Urbano, nuestro compañero y colaborador en la obra de
Cristo, y también a mi querido Staquis. 10 Saludad a Apeles, que ha
dado pruebas de estar unido a Cristo, y saludad a los de la casa de Aristóbulo,
11 y a mi pariente Herodión.
Saludad a los de la casa de Narciso que están unidos al Señor, 12 y saludad a Trifena
y a Trifosa,
que trabajan duramente para el Señor. Saludad a la querida Pérside que tanto se ha
fatigado trabajando para el Señor; 13 saludad a Rufo, elegido del Señor, y a su madre que considero
también como mía. 14 Saludad a Asíncrito,
a Flegonte,
a Herme,
a Patroba,
a Herma, y a los hermanos que están con ellos. 15 Saludad a Filólogo, a
Julia, a Nereo, a su hermana Olimpas
y a todos los santos con ellos. 16 Saludaos unos a otros con
un beso santo. Todas las congregaciones de Cristo os saludan. 17 Y ahora, hermanos, os exhorto
a que vigiléis a los que crean obstáculos que provocan divisiones, y se apartan
de la enseñanza que habéis aprendido, evitándolos. 18 Porque estas personas no se
sujetan a Cristo nuestro Señor, sino a sus propios deseos, y confunden las
mentes de los inexpertos con palabras suaves y engañosas. 19 Vuestra obediencia es bien
conocida por todos y me alegro con vosotros de esto, pero quiero que seáis
sabios con respecto a lo bueno, e íntegros con respecto a lo malo.
20 Cuando llegue el momento, el Dios de la paz triturará a Satanás
bajo vuestros pies. Que la benignidad de nuestro señor Cristo Jesús sea con
vosotros. 21 uda
Timoteo, mi compañero de obra, y también os saludan Lucio, Jasón y Sosípatro,
mis parientes. 22 Y os saludo en el Señor también yo, Tércio, que he puesto
esta carta por escrito. 23 Os saluda Gaio,
que me hospeda a mí y a toda la congregación, 24 y os saludan Erasto,
tesorero de la ciudad, y el hermano Cuarto. 25 A aquel que puede haceros
firmes en la buena nueva de Cristo Jesús, que yo declaro conforme a la
revelación del secreto sagrado manifestado en las escrituras proféticas, y
escondido desde tiempos remotos, 26 que ahora ha sido desvelado por disposición del Dios eterno, para
darlo a conocer a todas las naciones, y que se hagan obedientes a la fe.
27 Al único y sapiente Dios sea la gloria mediante Cristo Jesús, por
los siglos de los siglos. Así sea.