El Canon de
Tolomeo

El astrónomo greco-egipcio Claudio
Ptolomeo, o Tolomeo, habitó cerca de la ciudad de Alejandría en el 2º siglo de
nuestra era. Este astrónomo que trabajó en la Biblioteca de Alejandría, escribió
un libro llamado Hé Magalé Syntaxis (El Orden Espléndido). Su obra, que desde la invasión musulmana
del 646, fue conocida con el nombre de Almagesto, constituyó el mayor y más
completo tratado de astronomía durante 1.400 años, es decir, hasta el momento en
que Copérnico expuso su teoría.
En el
Almagesto se registran numerosos eclipses y fenómenos celestes, datados en el
año, día y hora del antiguo calendario egipcio de 365 días1; 19 de estos eclipses ocurrieron en
los años del reinado de los distintos reyes, y cubren un periodo de casi 900
años.
La
relación llamada Canon de Tolomeo, es en realidad un apéndice del Almagesto;
consiste en una lista de los gobernantes de Babilonia, Persia, Macedonia y Roma,
enumerados consecutivamente junto con la duración de sus reinados. Tolomeo da a
conocer los años totales del reinado de todos los reyes de la lista, y el
registro datado de esta sucesión, permite calcular la duración de los intervalos
transcurridos entre las observaciones astronómicas mencionadas en el
Almagesto.
El canon parte en el comienzo del primer
año de reinado del rey babilonio Nabonassar, que según los exactos intervalos
proporcionados por el Almagesto entre este momento y los varios eclipses, puede
situarse en el mediodía del 27 de febrero, del año 747 a.C.
En el
primer período babilónico del canon de Tolomeo, cada año egipcio comenzaba
alrededor de 4 meses antes que el correspondiente mes de Nisan, como puede verse
en el modo en que los años egipcios, fijados con las fechas de los eclipses del
Almagesto, se alinean con los años babilónicos fijados en la
tableta VAT 4956
, que establece el año 37 del reinado
de Nabucodonosor, y en la tableta similar
Strm Kambys 400
(conocida también como
LBAT 1477, BM 33066) que se refiere al año 7 del reinado de Cambises, anotando
uno de los eclipses registrados.
El propósito del canon no era el de
proporcionar un registro completo de todos reyes de los distintos reinos,
solamente el de asignar un número de años de reinado a cada uno de ellos; así,
no incluye a ningún gobernante que reinase menos de un año, y cuenta como un año
completo el año de ascensión al trono, sin importar la fecha del
evento.
La datación del canon concuerda con el
eclipse fijado astronómicamente, del año 37 de Nabucodonosor, si bien el
Almagesto no lo menciona, y también concuerda con otro del reinado precedente y
con otros tres del reinado de Amel Marduk (el Evil Merodac de la Biblia), siendo el eclipse
más temprano solo 26 años posterior al comienzo del canon.

Los años de los reyes anotados por
Tolomeo coinciden con la
Crónica Babilónica
y con la
Lista de los Reyes Babilonios
de los
Reyes Babilonios, (ambas en tabletas de arcilla), de manera que la confianza en
que el Canon de Tolomeo nos proporciona fechas exactas desde el año
747 a.C
hasta que fue escrito, puede considerarse bien fundamentada. Pues si bien
es verdad que Tolomeo escribió su libro varios siglos más
tarde de los eclipses que registró, pudo consultar las copias de los documentos
astronómicos originales en la biblioteca de Alejandría, por esto, siempre que el
canon ha sido cotejado con los antiguos documentos de Babilonia, Persia y
Egipto, ha sido ratificado, y se ha demostrado también que la lista de los años
de los reinados compilada por Tolomeo, coincide con todos los documentos
arqueológicos pertinentes.
Tolomeo tenía a su disposición los
documentos que tras los varios percances sufridos, se conservaban aún en la
biblioteca de Alejandría2, que a
pesar de lo que Plutarco declara, en gran parte se conservó hasta la invasión
musulmana del 646.
Una copia del canon de Tolomeo fue
descubierta entre unos manuscritos griegos, a principios del siglo 17, y pronto
se convirtió en el instrumento básico de datación para el período pre
cristiano.


1)
Los calendarios de Egipto y
Babilonia;
En el antiguo Egipto, el año se dividía
en tres partes iguales, cada una de cuatro meses y cada mes de 30 días. A estos
360 días de los 12 meses, se añadían 5 días que festejaban el nacimiento de los
dioses y que servían para completar el año con 365 días; un año que era
rectificado cada 4, sin modificar el número de días por mes. Más tarde se añadió
al calendario 1 sexto día cada 4 años. Cada mes estaba dividido en 3 semanas de
10 días. El primer período duraba desde el 29 de agosto hasta el 26 de diciembre
y era el de Akhet, de la crecida y desbordamiento del Nilo; el segundo era
Perets, el de la siembra tras la inundación, desde el 27 de diciembre hasta el
25 de abril; el tercero, Shemu, era el de la cosecha, desde el 26 de Abril al 23
de agosto, y al final del año se celebraban los 5 días de los dioses, que
comenzaban el 24 de agosto y duraban hasta el día 28.
El calendario babilónico seguramente se
inició del mismo modo que el egipcio, adaptándose a las actividades de cada
estación, como evocan los nombres de los 12 meses que lo componen. Los meses son
nisannu, ayaru, simanu, du'uzu, abut, ululu, tashritu, arahsamnu, kislimnu,
tebetu, shabatu y addaru, y más o menos significan: cosechar; almacenar
alimento; trigo de los dioses; consumir malta; esquilar carneros; recoger los
dátiles, etc. En todo caso, nisannu era el primer mes del año y se superponía a
marzo y a abril, mientras que addaru era el último, superponiéndose a febrero y
a marzo.
2)
El Museo y la biblioteca de Alejandría, una maravilla del mundo
antiguo;
Se dice que Demetrio Falereo, llevó
consigo la biblioteca personal de Platón cuando fue expulsado de Atenas, y que
convenció a Tolomeo I para que fundase la primera biblioteca pública, y también
el Museo (Casa de las Musas).
50 años más tarde, la biblioteca
guardaba ya alrededor de 500.000 códices y rollos, y también el Serapeion, otra
biblioteca pública más pequeña, contaba con alrededor de 43.000
obras.
Algunos de los responsables de la
biblioteca fueron Zenodoto de Éfeso, Callimaco de Cirene, creador del archivo de
la biblioteca, Aristófanes de Bizancio y Aristarco de Samotracia, y en esta
biblioteca se tradujeron al griego, como muchas otras obras, los libros bíblicos
de las Escrituras Hebreas, en la versión conocida como la LXX.

Cuando en el año 47 a.C, durante la expedición
de Julio César se declaró un incendio por causa de los desordenes en la ciudad,
el fuego que había comenzado en el puerto, alcanzó un almacén donde se guardaban
40.000 volúmenes, que quedaron convertidos en cenizas. Con el tiempo, la
biblioteca sufrió otros percances, como el que en el año 270 fue provocado por
el conflicto entre la reina Zenobia de Palmira y el emperador Aureliano, que
para contener la rebelión del pueblo, hizo incendiar el distrito real de
Alejandría. Y en el año 391, el obispo Teófilo decretó, según la tradición, una
destrucción que seguramente afectó al Serapeion.
Sin embargo su destrucción llegó cuando
en el 646 de nuestra era, Alejandría fue invadida y ocupada por los musulmanes;
entonces, lo que aún quedaba en aquella gran biblioteca fue completamente destruido por orden del
emir Amr ibn al-As.