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Jesús dijo a los fariseos: "
Yahúh había ya
reinado sobre su pueblo, hasta que “todos
los ancianos de Israel se reunieron y fueron a la región de Ramá, a
Samuel,
para
decir: ‘He aquí que tú eres viejo y tus hijos no siguen en tu camino. Por tanto
nómbranos un rey para que nos gobierne, como hacen todas las naciones’.
Pero a ojos de Samuel
fue malo que dijesen: ‘Nómbranos un rey para que nos gobierne’ y oró a
Yahúh;
entonces Yahúh
le dijo: ‘Escucha la voz del pueblo en todo lo que te dicen, pues no te rechazan
a ti, me rechazan a mí de reinar sobre ellos”.
(1Samuel 8:4…7)
Con
el tiempo, el reino de las diez tribus Israel desapareció completamente,
mientras el reino de Judá con su capital Jerusalén y su Templo, permanecía hasta
el reinado de Sedequías, que fue el último rey del
pueblo judío. Desde entonces Judá no volvió a ser un reino y permaneció
sucesivamente sometido a la soberanía de los imperios de Persia, de Grecia y de
Roma.
La ciudad de
Jerusalén fue arrasada en el año 70 de nuestra era y las gentes de Judá fueron
dispersadas entre muchos países, pero unos 50 años antes de su destrucción y en
el momento señalado por los profetas, Juan, llamado el bautista, proclamó la
llegada de aquel Mesías que pondría la salvación al alcance de los hombres,
daría a conocer lo que el Reino de los Cielos significa para la humanidad y
anunciaría la restauración de la soberanía de Yahúh sobre toda
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La llegada de este enviado de Dios, abrió para el mundo una perspectiva
nueva y esperanzadora. Antes de su
nacimiento, “el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret,
a una virgen prometida en matrimonio con un hombre de la casa de David, llamado
José”, y le dijo: “No temas María, pues has
recibido favor de parte de Dios y he aquí que concebirás un hijo, lo darás a luz
y lo llamarás Jesús. Será grande y será llamado
Hijo del Altísimo; el SEÑOR Dios le dará el
trono de su padre David, reinará para siempre sobre la casa de Jacob y su reino no
tendrá fin… Vendrá sobre ti espíritu santo y la
potencia del Altísimo extenderá sobre ti su sombra, por esto el que nacerá será puro y llamado Hijo de
Dios”. (Lucas 1:26…35) Este Hijo de Dios cumplió con fidelidad el
encargo que su Padre le había encomendado y antes de ser ascendido a los cielos
para sentarse a su diestra, se despidió de los suyos con estas
palabras:
“Todo poder en el Cielo y en
Las
palabras de Jesús informaron a los suyos de que había recibido poder para
restaurar todas las cosas, llevándolas a su condición original, pero también les responsabilizaron
de
la declaración de
esta
buena nueva; tenían que anunciar su triunfo y la salvación que había puesto al
alcance de la humanidad, abriendo los ojos de las personas
al el hecho de que “mientras el mundo
con sus deseos va pasando, el que hace la voluntad de Dios permanece para
siempre”, (1Juan:17) ya que como nos
dice Pedro, “‘toda la humanidad es como la hierba y su esplendor es
igual al de la flor en la hierba, pero la hierba se seca y las flores caen,
mientras que la palabra del SEÑOR permanece eternamente’. En esto
consiste la buena nueva que os ha sido anunciada". (1Pedro
1:24…25)
Cuidemos
de
nuestra enseñanza
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Orgulloso de este encargo, Pablo se presenta en sus cartas
como
“ministro de Cristo Jesús, elegido apóstol y
apartado para anunciar la buena nueva de Dios… acerca de su Hijo”.
(Romanos 1:1…5) En ellas exhorta a los discípulos a declarar la buena
nueva con fidelidad, “conforme a la revelación
del secreto sagrado manifestado en las escrituras proféticas… para darlo a conocer a todas las naciones y
que se hagan obedientes a la fe”. (Romanos
16:25…26)
Porque el anunciar la
buena nueva no solo
consiste en hablar a las personas de los designios de Dios, también es necesario
enseñarles a obedecer todas las cosas que él ha dispuesto.
Por esta
razón advierte a los discípulos: “Quiero
recordaros hermanos, que la buena nueva que yo os he anunciado, la que vosotros
habéis escuchado y en la que perseveráis,
permitirá
que seáis salvados siempre que os atengáis a ella tal y como yo os la he
declarado
¡De otro modo habríais creído en vano!”
(1Corintios 15:1…2) Y les exhorta a tener siempre presente “el principio de
no ir más
allá de lo que está escrito, de manera que ninguno se
sienta superior a los demás”. (1Corintios 4:6)
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Jesús
había dicho: “Yo soy el buen pastor y conozco a los míos. También los míos me conocen a
mí,
como
me conoce el Padre y conozco yo al Padre, y mi vida la entrego en favor de
las ovejas”.
(Juan 10:14…15)
Todo
aquel que le conoce y le obedece, como las ovejas conocen y obedecen a su
pastor, “debe
caminar como caminó
él”, (1Juan
2:6)
por esta razón nuestra prioridad tiene que ser la solicitud
por las personas que reciben con agrado su enseñanza. Es cierto que de momento,
los que aman la buena nueva sin añadidos ni tergiversaciones parecen ser muy
pocos, pero recordemos que Jesús dijo: “el que es
fiel en poco es también fiel en mucho, y el que es injusto en poco es también
injusto en mucho”. (Lucas 16:9…10) No se nos juzgará pues por el
número de personas que nos escuchen si no por el amor que sentimos y demostramos
a nuestros hermanos, por nuestro esfuerzo en favor de la buena nueva y por la
fidelidad de nuestra conducta y de nuestra enseñanza.
No es
necesario que nuestro discurso sea brillante para que nuestra enseñanza sea
provechosa; apoyemos nuestras explicaciones con las Escrituras, pues las
palabras que se registran en ellas tienen autoridad y credibilidad, provienen
del espíritu de Dios y llegan al corazón “porque
Pablo, que
habló a tantas personas y en tantas naciones, nos da este precioso consejo:
“Comportaos con prudencia en vuestras
relaciones con los de afuera, mientras procuráis aprovechar las
circunstancias favorables. Que vuestra manera de hablar sea siempre
cortés y sazonada con sal, para que sepáis como
responder a cada uno”. (Colosenses
4:5…6)
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Es importante aprovechar las circunstancias favorables que se nos
presenten, puesto que
todos los discípulos son unos “ayudantes de
Cristo en la administración de las revelaciones divinas”.
(1Corintios 4:1) Verdaderamente, el mensaje de la buena nueva es
magnífico, pero no resulta fácil hacer que las personas se interesen en él, como
no lo era en los días de Jesús o en los de la congregación de los dos primeros
siglos, cuando tantos discípulos fueron perseguidos y apresados, y perdieron la
vida en las persecuciones y en su lucha por mantener pura la enseñanza
apostólica. Jesús avisó
de esta oposición a sus discípulos de todos los tiempos, diciendo: “Seréis menospreciados por todos a causa
de mi nombre, pero aquel que persevere hasta el final, este
será salvado”. (Mateo
10:22)
También
la enseñanza apostólica ha sido denigrada y menospreciada desde que tras muchas
intrigas, la apostasía impuso sus doctrinas y aquellos que progresaron
respaldados por el poder temporal, gobernaron a
Pensemos
en el gran beneficio que la obediencia de aquellos primeros
seguidores de Cristo que hicieron “discípulos
en todas las naciones”
nos ha proporcionado, al permitir la difusión y la protección de las Escrituras,
los relatos evangélicos y las cartas apostólicas. Ellos pusieron en primer lugar
su salvación y la de las demás personas, sostenidos por la confianza de que
“Dios no es injusto y no olvida el amor”
mostrado “por su nombre”. Es preciso sin
embargo, “que cada uno… demuestre el mismo celo
hasta el final, para que haga segura su esperanza”, (Hebreos 6:10) y por esta razón tenemos
que mantenernos “firmes e inamovibles, amados
hermanos míos, teniendo siempre mucho
que hacer en la obra del Señor y siendo conscientes de que” nuestro “trabajo para
el Señor no es inútil” sea cual sea el resultado aparente, (1Corintios 15:58) pues por medio de él,
nos hacemos “un tesoro
inagotable en los cielos, donde no llega el ladrón ni la polilla”.
(Lucas 12:33)
6 El recordatorio continuo de todas
estas cosas no debe resultarnos cansado ni parecernos innecesario, porque es muy
conveniente. La vida diaria en estrecho contacto con este mundo atrae nuestras
preocupaciones y nuestros proyectos y deseos, hacia cosas intrascendentes y
pasajeras, mientras adormece en nuestra mente las cosas de valor y de beneficio
eterno. Por este motivo dice Pedro: “Tengo
interés en recordaros estas cosas una y otra vez a pesar de que ya las
conocéis y de que estáis firmes en la verdad, porque
me parece justo manteneros despiertos con mis exhortaciones mientras
viva”.
(2Pedro 1:12…13) Y Pablo nos aconseja que tengamos siempre en mente
“las cosas de arriba”, (Colosenses
3:2) es decir, las cosas prometidas por Dios a través de
Lucas escribe
que en una ocasión, “una mujer llamada Marta” recibió a Jesús “en su casa. Ella tenía una hermana llamada María, que
sentada junto a los pies del Señor escuchaba sus palabras. Marta, que iba de un
lado a otro en muchos quehaceres, se presento y dijo: ‘Señor ¿No te importa que
mi hermana me deje sola en la tarea? Dile pues que me ayude’.
Y
en
respuesta el Señor le dijo: “Marta, Marta, estás preocupada y agitada por muchas
cosas, pero una cosa sola es necesaria; en verdad, María ha
elegido una parte buena que no le será arrebatada”.
(Lucas 10:38…42) Permanecer a su lado en el camino de la vida, debe ser
para los suyos la cosa más importante; no permitamos pues que la buena porción
que ha puesto a nuestro alcance nos sea arrebatada a causa de las inquietudes
que provienen de las cosas de un mundo destinado a desaparecer.
Ayudemos a los que nos
escuchan a hacerse amigo de
Dios
7 Mientras esperamos el momento
de la llegada de Cristo, debemos permanecer atentos a sus advertencias y a las
de sus apóstoles, que representan los doce fundamentos de la muralla de
8 Comportémonos de acuerdo con la
enseñanza que impartimos, porque el ejemplo es un medio de instrucción para los
que nos observan. Muchas veces, las cualidades morales y el celo por Dios dicen
más que las palabras; el hecho de comprender que la conducta de los discípulos
de Cristo es el resultado de una buena relación con Dios, puede impulsar en las
personas el deseo de cultivarla. Por esto, aquellos que han recibido el bautismo
en el nombre de Cristo y que a través del Nuevo Pacto, forman
“parte del
Cristo”, (Gálatas 3:23, 26...29) deben saber
gobernar su persona, disciplinándola con dureza para que
después de haber predicado a otros, no vayan a quedar descalificados.
(1Corintios 9:27)
Pablo nos
recuerda el destino de aquellos hombres bajo el antiguo pacto, que “no agradaron a Dios y fueron abatidos en el
desierto”; cuidemos pues de no poner “a
prueba al Cristo,
como algunos de ellos”
y “tampoco”
estemos “siempre insatisfechos, como los que fueron destruidos por el
exterminador, puesto
que todas estas cosas les ocurrieron para que sirviesen como ejemplo, y
se escribieron como una advertencia para aquellos de nosotros a quienes les
llega el final de los tiempos”.
(1Corintios 3:5;
9...11)
9 Ayudémonos pues unos a otros;
hagamos crecer en nuestro corazón y en el de los que nos escuchan, un amor
genuino por nuestro Creador, un amor que predomine sobre todo lo demás, porque
es primordial servir a Yahúh por amor y no solo para sobrevivir. De
hecho, ninguna otra motivación puede proporcionarnos la fuerza y el valor
necesarios para contrastar la influencia del mundo; la motivación pura del amor
a Yahúh es la única que puede edificarnos espiritualmente con materiales
resistentes al fuego del enemigo, equipándonos para superar todas las pruebas
que nuestra fe tenga que afrontar. Puesto que como nos dice Pablo, todos tenemos
que edificarnos “sin
colocar otro fundamento que no sea el que ya está puesto y que es Jesús
Cristo”,
sin embargo, “lo
que se edifique sobre este fundamento,
sea oro, plata, piedras preciosas, madera, heno o paja, se
manifestará cuando la obra de cada uno sea probada con fuego, porque el
fuego dejará al descubierto el trabajo que cada uno ha hecho”.
(1Corintios 3:11…13)
Sirvamos pues
“al Señor con un espíritu ferviente, alegres por
la esperanza, pacientes en la tribulación y constantes en la
oración”. (Romanos 12:11…12) Practicar la oración sincera y la
reflexión en las cosas de
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Esperemos
con confianza el tiempo en que, como el ángel dijo a Daniel, se levante “Miguel, el gran príncipe que vela sobre los hijos”
del pueblo de Dios. Entonces “los que son sabios
brillarán cómo el fulgor del firmamento y los muchos justificados igual
que las estrellas, para siempre jamás”, porque “muchos investigarán y crecerá el
conocimiento”. (Daniel 12:1…4) Unos cinco siglos después de la
declaración del ángel, Jesús la confirmó con estas palabras: “No
penséis que he venido a abolir
Sabemos que
Cristo vendrá pronto para ejecutar la sentencia de Dios sobre este mundo, y que
dio a los que le esperan esta advertencia: “estad preparados,
porque en el momento que no penséis vendrá el Hijo del hombre”. (Mateo 24:44) Este no es pues el momento
de perder entusiasmo ni de buscar seguridad o triunfos en el mundo; es el
momento de mantenernos vigilantes y despiertos, cuidando de que nuestros “corazones” no “se
hallen cargados por… las preocupaciones de las cosas de esta vida, e
inesperadamente llegue aquel día… porque llegará sobre todos los que habitan en
la superficie de toda
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Pedro nos advierte:
“Debéis hacer un esfuerzo para
asegurar vuestra llamada y vuestra elección,
hermanos”; (2Pedro 1:10) y verdaderamente tenemos que hacerlo,
porque aquel que no se esfuerza en avanzar, en realidad retrocede. Esforcémonos
por tanto en que nuestra conducta sea digna de la llamada recibida, y sea
nuestro principal objetivo presentarnos aprobados
ante Dios, como unos trabajadores que no tienen de que avergonzarse. (2
Timoteo 2:15) "Mantengamos sin vacilar la esperanza que
profesamos, porque el que nos ha
hecho la promesa es fiel”, y “considerémonos unos a otros para incitarnos al amor y a las obras
excelentes”, exhortándonos “unos a
otros mientras contemplamos como se
acerca el Día”, pues “¿Que severo castigo creéis que merecerán aquellos
que desprecien el don del espíritu y ultrajen al Hijo de Dios, considerando la
sangre del pacto de poco valor? Verdaderamente… ‘el SEÑOR juzgará a su pueblo’.
Por tanto, temed caer en manos del Dios viviente". (Hebreos
10:23...31)
El deseo de
Yahúh es que resultemos
“plenamente victoriosos por medio de aquel”
Jesús
“que nos ama”. Contando con su
ayuda y nuestro amor por él, Pablo dice: “estoy
persuadido de que ni muerte ni vida, ni ángeles ni gobiernos, ni cosas presentes
o futuras, ni poderes, ni altura o profundidad, ni ninguna otra creación, podrán
separarnos del amor de Dios y de Cristo Jesús, nuestro Señor”.
(Romanos 8:37…39)
Esforcémonos
pues con fervor en adecuar nuestra conducta, pensamientos y deseos, a la buena
nueva del reino de Dios, para poder alcanzar el esperado momento en que por
siempre más,
“Dios sea todo para
todos”.
(1Corintios 15:28)