Articulos


Salvación bajo la Soberanía que Esperamos

 

 

1 Jesús dijo a los fariseos: "La Ley y los profetas son hasta Juan; desde entonces se anuncia la buena nueva del Reino de Dios y muchos se esfuerzan en adecuarse a ella". (Lucas 16:16)

Yahúh había ya reinado sobre su pueblo, hasta que “todos los ancianos de Israel se reunieron y fueron a la región de Ramá, a Samuel, para decir: ‘He aquí que tú eres viejo y tus hijos no siguen en tu camino. Por tanto nómbranos un rey para que nos gobierne, como hacen todas las naciones’. Pero a ojos de Samuel fue malo que dijesen: ‘Nómbranos un rey para que nos gobierne’ y oró a Yahúh; entonces Yahúh le dijo: ‘Escucha la voz del pueblo en todo lo que te dicen, pues no te rechazan a ti, me rechazan a mí de reinar sobre ellos”. (1Samuel 8:4…7)

Con el tiempo, el reino de las diez tribus Israel desapareció completamente, mientras el reino de Judá con su capital Jerusalén y su Templo, permanecía hasta el reinado de Sedequías, que fue el último rey del pueblo judío. Desde entonces Judá no volvió a ser un reino y permaneció sucesivamente sometido a la soberanía de los imperios de Persia, de Grecia y de Roma.

La ciudad de Jerusalén fue arrasada en el año 70 de nuestra era y las gentes de Judá fueron dispersadas entre muchos países, pero unos 50 años antes de su destrucción y en el momento señalado por los profetas, Juan, llamado el bautista, proclamó la llegada de aquel Mesías que pondría la salvación al alcance de los hombres, daría a conocer lo que el Reino de los Cielos significa para la humanidad y anunciaría la restauración de la soberanía de Yahúh sobre toda la Tierra.

 

2 La llegada de este enviado de Dios, abrió para el mundo una perspectiva nueva y esperanzadora. Antes de su nacimiento, “el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen prometida en matrimonio con un hombre de la casa de David, llamado José”, y le dijo: “No temas María, pues has recibido favor de parte de Dios y he aquí que concebirás un hijo, lo darás a luz y lo llamarás Jesús. Será grande y será llamado Hijo del Altísimo; el SEÑOR Dios le dará el trono de su padre David, reinará para siempre sobre la casa de Jacob y su reino no tendrá fin  Vendrá sobre ti espíritu santo y la potencia del Altísimo extenderá sobre ti su sombra, por esto el que nacerá será puro y llamado Hijo de Dios”. (Lucas 1:26…35) Este Hijo de Dios cumplió con fidelidad el encargo que su Padre le había encomendado y antes de ser ascendido a los cielos para sentarse a su diestra, se despidió de los suyos con estas palabras:Todo poder en el Cielo y en la Tierra me ha sido entregado. Id pues y haced discípulos en todas las naciones, bautizándolos en el nombre mío y enseñándoles a observar todas las cosas que yo os he mandado”. (Mateo 28: 18…20)

Las palabras de Jesús informaron a los suyos de que había recibido poder para restaurar todas las cosas, llevándolas a su condición original, pero también les responsabilizaron de la declaración de esta buena nueva; tenían que anunciar su triunfo y la salvación que había puesto al alcance de la humanidad, abriendo los ojos de las personas al el hecho de que mientras el mundo con sus deseos va pasando, el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre”, (1Juan:17) ya que como nos dice Pedro, “‘toda la humanidad es como la hierba y su esplendor es igual al de la flor en la hierba, pero la hierba se seca y las flores caen, mientras que la palabra del SEÑOR permanece eternamente’. En esto consiste la buena nueva que os ha sido anunciada". (1Pedro 1:24…25)

           

Cuidemos de nuestra enseñanza

 

3 Orgulloso de este encargo, Pablo se presenta en sus cartas comoministro de Cristo Jesús, elegido apóstol y apartado para anunciar la buena nueva de Dios… acerca de su Hijo”. (Romanos 1:1…5) En ellas exhorta a los discípulos a declarar la buena nueva con fidelidad, “conforme a la revelación del secreto sagrado manifestado en las escrituras proféticas… para darlo a conocer a todas las naciones y que se hagan obedientes a la fe”. (Romanos 16:25…26) Porque el anunciar la buena nueva no solo consiste en hablar a las personas de los designios de Dios, también es necesario enseñarles a obedecer todas las cosas que él ha dispuesto.

Por esta razón advierte a los discípulos: “Quiero recordaros hermanos, que la buena nueva que yo os he anunciado, la que vosotros habéis escuchado y en la que perseveráis, permitirá que seáis salvados siempre que os atengáis a ella tal y como yo os la he declarado ¡De otro modo habríais creído en vano!” (1Corintios 15:1…2) Y les exhorta a tener siempre presente el principio de no ir más allá de lo que está escrito, de manera que ninguno se sienta superior a los demás”. (1Corintios 4:6)

 

4 Jesús había dicho: “Yo soy el buen pastor y conozco a los míos. También los míos me conocen a mí, como me conoce el Padre y conozco yo al Padre, y mi vida la entrego en favor de las ovejas”. (Juan 10:14…15)

Todo aquel que le conoce y le obedece, como las ovejas conocen y obedecen a su pastor, “debe caminar como caminó él”, (1Juan 2:6) por esta razón nuestra prioridad tiene que ser la solicitud por las personas que reciben con agrado su enseñanza. Es cierto que de momento, los que aman la buena nueva sin añadidos ni tergiversaciones parecen ser muy pocos, pero recordemos que Jesús dijo: “el que es fiel en poco es también fiel en mucho, y el que es injusto en poco es también injusto en mucho”. (Lucas 16:9…10) No se nos juzgará pues por el número de personas que nos escuchen si no por el amor que sentimos y demostramos a nuestros hermanos, por nuestro esfuerzo en favor de la buena nueva y por la fidelidad de nuestra conducta y de nuestra enseñanza.

No es necesario que nuestro discurso sea brillante para que nuestra enseñanza sea provechosa; apoyemos nuestras explicaciones con las Escrituras, pues las palabras que se registran en ellas tienen autoridad y credibilidad, provienen del espíritu de Dios y llegan al corazón “porque la Palabra de Dios es capaz y poderosa, es más cortante que cualquier espada de doble filo y penetra… descubriendo las razones y las motivaciones del corazón”. (Hebreos 4:12) Solamente debemos esforzarnos en aumentar nuestro conocimiento para que nuestras palabras sean oportunas.

Pablo, que habló a tantas personas y en tantas naciones, nos da este precioso consejo: “Comportaos con prudencia en vuestras relaciones con los de afuera, mientras procuráis aprovechar las circunstancias favorables. Que vuestra manera de hablar sea siempre cortés y sazonada con sal, para que sepáis como responder a cada uno”. (Colosenses 4:5…6)

 

5 Es importante aprovechar las circunstancias favorables que se nos presenten, puesto que todos los discípulos son unos “ayudantes de Cristo en la administración de las revelaciones divinas”. (1Corintios 4:1) Verdaderamente, el mensaje de la buena nueva es magnífico, pero no resulta fácil hacer que las personas se interesen en él, como no lo era en los días de Jesús o en los de la congregación de los dos primeros siglos, cuando tantos discípulos fueron perseguidos y apresados, y perdieron la vida en las persecuciones y en su lucha por mantener pura la enseñanza apostólica. Jesús avisó de esta oposición a sus discípulos de todos los tiempos, diciendo: “Seréis menospreciados por todos a causa de mi nombre, pero aquel que persevere hasta el final, este será salvado”. (Mateo 10:22)

También la enseñanza apostólica ha sido denigrada y menospreciada desde que tras muchas intrigas, la apostasía impuso sus doctrinas y aquellos que progresaron respaldados por el poder temporal, gobernaron a la Cristiandad durante siglos, engañando a los demás y siendo engañados”, (2Timoteo 3:13) y sumiendo a sus fieles en la incertidumbre, cuando no en la ignorancia. Por esta razón debemos perseverar en nuestro cometido a pesar de las dificultades, sostenidos por la fe que alimenta nuestra esperanza y por el amor a nuestro Dios, a nuestro salvador Jesús y a nuestros hermanos. Es verdad que las tendencias y aficiones del mundo siguen un derrotero opuesto al que nosotros deseamos seguir como discípulos de Cristo, pero esta diferencia no debe atemorizarnos ni inhibirnos con respecto a los mandatos de nuestro Señor.

Pensemos en el gran beneficio que la obediencia de aquellos primeros seguidores de Cristo que hicieron “discípulos en todas las naciones” nos ha proporcionado, al permitir la difusión y la protección de las Escrituras, los relatos evangélicos y las cartas apostólicas. Ellos pusieron en primer lugar su salvación y la de las demás personas, sostenidos por la confianza de que “Dios no es injusto y no olvida el amor” mostrado “por su nombre”. Es preciso sin embargo, “que cada uno… demuestre el mismo celo hasta el final, para que haga segura su esperanza”, (Hebreos 6:10) y por esta razón tenemos que mantenernos “firmes e inamovibles, amados hermanos míos, teniendo siempre mucho que hacer en la obra del Señor y siendo conscientes de que” nuestro “trabajo para el Señor no es inútil” sea cual sea el resultado aparente, (1Corintios 15:58) pues por medio de él, nos hacemos “un tesoro inagotable en los cielos, donde no llega el ladrón ni la polilla”. (Lucas 12:33)

 

6   El recordatorio continuo de todas estas cosas no debe resultarnos cansado ni parecernos innecesario, porque es muy conveniente. La vida diaria en estrecho contacto con este mundo atrae nuestras preocupaciones y nuestros proyectos y deseos, hacia cosas intrascendentes y pasajeras, mientras adormece en nuestra mente las cosas de valor y de beneficio eterno. Por este motivo dice Pedro: “Tengo interés en recordaros estas cosas una y otra vez a pesar de que ya las conocéis y de que estáis firmes en la verdad, porque me parece justo manteneros despiertos con mis exhortaciones mientras viva”. (2Pedro 1:12…13) Y Pablo nos aconseja que tengamos siempre en mente “las cosas de arriba”, (Colosenses 3:2) es decir, las cosas prometidas por Dios a través de la Escritura, considerándolas como lo que realmente son, una esperanza fidedigna y segura, y el único futuro al que la humanidad puede aspirar.

Lucas escribe que en una ocasión, una mujer llamada Marta” recibió a Jesús “en su casa. Ella tenía una hermana llamada María, que sentada junto a los pies del Señor escuchaba sus palabras. Marta, que iba de un lado a otro en muchos quehaceres, se presento y dijo: ‘Señor ¿No te importa que mi hermana me deje sola en la tarea? Dile pues que me ayude’. Y en respuesta el Señor le dijo: “Marta, Marta, estás preocupada y agitada por muchas cosas, pero una cosa sola es necesaria; en verdad, María ha elegido una parte buena que no le será arrebatada”. (Lucas 10:38…42) Permanecer a su lado en el camino de la vida, debe ser para los suyos la cosa más importante; no permitamos pues que la buena porción que ha puesto a nuestro alcance nos sea arrebatada a causa de las inquietudes que provienen de las cosas de un mundo destinado a desaparecer.

 

Ayudemos a los que nos escuchan a hacerse amigo de Dios

 

7    Mientras esperamos el momento de la llegada de Cristo, debemos permanecer atentos a sus advertencias y a las de sus apóstoles, que representan los doce fundamentos de la muralla de la Nueva Jerusalén. (Apocalipsis 21:14) Él dijo: “nadie puede servir a dos señores; porque aborrecerá a uno y amará al otro; o bien se entregará a uno y despreciará al otro. No podéis servir a Dios y al Dinero”; (Mateo 6:24) y aconsejó: “Yo os digo: haceos amigos mediante la riqueza de la injusticia”, es decir, las riquezas o los dones y capacidades que disfrutamos en este mundo injusto, “para que cuando estéis necesitados, os reciban en los tabernáculos eternos”. (Lucas 16:9) Seamos pues generosos con todos y en especial, con nuestros hermanos, esforzándonos en conseguir la amistad de los que pueden recibirnos para la eternidad y ayudando a los demás a conseguirla. Pablo aconseja: “como elegidos de Dios, santos y amados, revestíos con sentimientos de compasión, de gentileza, de humildad, de dulzura y de paciencia, y si alguno tiene motivos para lamentarse de otro, que lo soporte y le perdone liberalmente, porque también el SEÑOR os ha perdonado liberalmente a vosotros. Pero sobre todo, revestíos de amor, porque es un vínculo perfecto de unión”. (Colosenses 3:12…14) Y es que todos tenemos defectos, pero cada uno tiene el deber de luchar contra los suyos sin fijarse en los de los demás, recordando que el amor no se irrita, ni tiene en cuenta el mal sufrido”. (1Corintios 13:5)

 

8    Comportémonos de acuerdo con la enseñanza que impartimos, porque el ejemplo es un medio de instrucción para los que nos observan. Muchas veces, las cualidades morales y el celo por Dios dicen más que las palabras; el hecho de comprender que la conducta de los discípulos de Cristo es el resultado de una buena relación con Dios, puede impulsar en las personas el deseo de cultivarla. Por esto, aquellos que han recibido el bautismo en el nombre de Cristo y que a través del Nuevo Pacto, forman parte del Cristo”, (Gálatas 3:23, 26...29) deben saber gobernar su persona, disciplinándola con dureza para que después de haber predicado a otros, no vayan a quedar descalificados. (1Corintios 9:27)

Pablo nos recuerda el destino de aquellos hombres bajo el antiguo pacto, que “no agradaron a Dios y fueron abatidos en el desierto”; cuidemos pues de no poner “a prueba al Cristo, como algunos de ellos” ytampoco” estemos “siempre insatisfechos, como los que fueron destruidos por el exterminador, puesto que todas estas cosas les ocurrieron para que sirviesen como ejemplo, y se escribieron como una advertencia para aquellos de nosotros a quienes les llega el final de los tiempos”. (1Corintios 3:5; 9...11)

 

9    Ayudémonos pues unos a otros; hagamos crecer en nuestro corazón y en el de los que nos escuchan, un amor genuino por nuestro Creador, un amor que predomine sobre todo lo demás, porque es primordial servir a Yahúh por amor y no solo para sobrevivir. De hecho, ninguna otra motivación puede proporcionarnos la fuerza y el valor necesarios para contrastar la influencia del mundo; la motivación pura del amor a Yahúh es la única que puede edificarnos espiritualmente con materiales resistentes al fuego del enemigo, equipándonos para superar todas las pruebas que nuestra fe tenga que afrontar. Puesto que como nos dice Pablo, todos tenemos que edificarnos “sin colocar otro fundamento que no sea el que ya está puesto y que es Jesús Cristo”, sin embargo,lo que se edifique sobre este fundamento, sea oro, plata, piedras preciosas, madera, heno o paja, se manifestará cuando la obra de cada uno sea probada con fuego, porque el fuego dejará al descubierto el trabajo que cada uno ha hecho”. (1Corintios 3:11…13)

Sirvamos pues “al Señor con un espíritu ferviente, alegres por la esperanza, pacientes en la tribulación y constantes en la oración”. (Romanos 12:11…12) Practicar la oración sincera y la reflexión en las cosas de la Escritura, nos ayudará a cumplir con fidelidad lo que hemos aprendido y a persistir convencidos en ellas, pueslas sagradas Escrituras” proporcionan “la sabiduría que mediante Cristo Jesús, lleva a la salvación” ya que toda la Escritura está inspirada por Dios y es útil para enseñar, para convencer, para corregir y para educar hacia la rectitud; para que el hombre de Dios sea maduro y esté bien preparado para cualquier obra buena”. (2Timoteo 3:14…17)

 

10   Esperemos con confianza el tiempo en que, como el ángel dijo a Daniel, se levante “Miguel, el gran príncipe que vela sobre los hijos” del pueblo de Dios. Entonces “los que son sabios brillarán cómo el fulgor del firmamento y los muchos justificados igual que las estrellas, para siempre jamás”, porque “muchos investigarán y crecerá el conocimiento”. (Daniel 12:1…4) Unos cinco siglos después de la declaración del ángel, Jesús la confirmó con estas palabras: “No penséis que he venido a abolir la Ley y los Profetas... os lo aseguro: el cielo y la tierra pasarán antes de que pase una i o una tilde de la Ley sin que todo suceda”. (Mateo 5:17…18)

Sabemos que Cristo vendrá pronto para ejecutar la sentencia de Dios sobre este mundo, y que dio a los que le esperan esta advertencia: “estad preparados, porque en el momento que no penséis vendrá el Hijo del hombre”. (Mateo 24:44) Este no es pues el momento de perder entusiasmo ni de buscar seguridad o triunfos en el mundo; es el momento de mantenernos vigilantes y despiertos, cuidando de que nuestros “corazones” no “se hallen cargados por… las preocupaciones de las cosas de esta vida, e inesperadamente llegue aquel día… porque llegará sobre todos los que habitan en la superficie de toda la Tierra como una trampa”. Por esta razón, Jesús dice a los suyos: “permaneced despiertos en todo momento, rogando que prevalezcáis escapando a todas estas cosas que tienen que ocurrir, y estéis en pie ante el Hijo del hombre”. (Lucas 21:34...36)

 

11   Pedro nos advierte:Debéis hacer un esfuerzo para asegurar vuestra llamada y vuestra elección, hermanos”; (2Pedro 1:10) y verdaderamente tenemos que hacerlo, porque aquel que no se esfuerza en avanzar, en realidad retrocede. Esforcémonos por tanto en que nuestra conducta sea digna de la llamada recibida, y sea nuestro principal objetivo presentarnos aprobados ante Dios, como unos trabajadores que no tienen de que avergonzarse. (2 Timoteo 2:15) "Mantengamos sin vacilar la esperanza que profesamos, porque el que nos ha hecho la promesa es fiel”, y “considerémonos unos a otros para incitarnos al amor y a las obras excelentes”, exhortándonos “unos a otros mientras contemplamos como se acerca el Día”, pues “¿Que severo castigo creéis que merecerán aquellos que desprecien el don del espíritu y ultrajen al Hijo de Dios, considerando la sangre del pacto de poco valor? Verdaderamente… ‘el SEÑOR juzgará a su pueblo’. Por tanto, temed caer en manos del Dios viviente". (Hebreos 10:23...31)

El deseo de Yahúh es que resultemos “plenamente victoriosos por medio de aquel” Jesús  que nos ama”. Contando con su ayuda y nuestro amor por él, Pablo dice: estoy persuadido de que ni muerte ni vida, ni ángeles ni gobiernos, ni cosas presentes o futuras, ni poderes, ni altura o profundidad, ni ninguna otra creación, podrán separarnos del amor de Dios y de Cristo Jesús, nuestro Señor”. (Romanos 8:37…39)

Esforcémonos pues con fervor en adecuar nuestra conducta, pensamientos y deseos, a la buena nueva del reino de Dios, para poder alcanzar el esperado momento en que por siempre más,Dios sea todo para todos. (1Corintios 15:28)