El reino de Dios
¿Realidad o Alegoría?
1 Los acontecimientos que
en el mundo suceden todos los días, demuestran que a pesar de las tentativas
efectuadas durante milenios, la humanidad no ha podido hallar una paz y una
felicidad duraderas. En las Escrituras se declara que esto es debido a que
rechazando la autoridad de su Creador, los hombres han buscado a través de
cualquier medio, una forma de eficaz y estable autogobierno, sin conseguirlo,
ya que ningún gobierno humano ha podido nunca satisfacer permanentemente a
todos sus súbditos con rectitud, justicia e imparcialidad.
A pesar de que durante
los dos últimos siglos, la humanidad ha desarrollado habilidades científicas y
tecnológicas sin precedentes, no ha podido eliminar todas las enfermedades que
sufre ni la muerte y la infelicidad que esta causa. Además, las naciones
persisten en el diseño y desarrollo de todo tipo de armas, que por otro lado,
tienen un gran mercado, puesto que surgen guerras y revoluciones en un lugar
tras otro.
A pesar de los esfuerzos
llevados a cabo, la miseria y la criminalidad aumentan en el mundo más
rápidamente aún que el índice de crecimiento de la población humana, mientras
los desiertos se ensanchan en la tierra y la codicia se une a la tecnología
para contaminar en gran escala el aire y la atmósfera, el agua y el suelo.
La imposibilidad de
satisfacer necesidades básicas empuja a muchos hacia una búsqueda angustiada, y
huyendo de guerras y miseria, millares de personas abandonan su tierra aún sin
saber donde podrán establecerse, con la esperanza de alcanzar en otro lugar,
una estabilidad mayor.
Que apropiadas resultan
también en este tiempo las palabras del rey Salomón, que dice: “Todo esto es lo que he
visto aplicando mi corazón a cuanto se hace bajo el sol, en un tiempo en que el
hombre domina sobre el hombre para su mal.” (Eclesiastés 8:9)
Podemos pues
preguntarnos ¿Tiene todo esto remedio?
2 Ciertamente lo tiene;
en las Escrituras no solo se revela cual será, se dan también a conocer
detalladamente los tiempos y los modos establecidos por Dios para llegar a la
solución duradera y definitiva. Y si bien pudiese parecer que este momento se
demora excesivamente, podemos estar seguros de que llegará y de que todas sus
promesas se cumplirán. Solo él conoce exactamente los tiempos que ha
establecido para el desarrollo de su propósito; en cuanto a esto, el profeta
Daniel escribe: : “Bendito sea por siempre el nombre de Dios, porque suyos son la
sabiduría y el poder... ...Él revela lo profundo y lo que está oculto; sabe lo
que hay en las tinieblas porque mora en él la luz”. (Daniel 2:20,22)
Refiriéndose a aquel
momento, Mateo y Marcos relatan que Jesús dijo: “…de aquel día y hora nadie sabe, ni
los ángeles de los cielos, ni el Hijo, sino sólo el Padre”. (Mateo 24:36 y Marcos 13:32) Y al escribir a
los discípulos, Pedro comenta: “…el SEÑOR no se retrasa en el cumplimiento de
su promesa, como piensan algunos, más bien nos muestra su paciencia, porque
quiere que todos tengan la oportunidad de llegar a la conversión, sin que
ninguno sea destruido”. (2Pedro 3:9)
3 Todas las cosas que se
refieren a esta promesa y a su cumplimiento, son consideradas por los
escritores de la Biblia, cómo un secreto sagrado, pero aún así, a través del
profeta Amós, Dios había dicho: “Verdaderamente, nada llevará a cabo el Señor
Yahúh, sin revelar su secreto a sus siervos los profetas”. (Amós 3:7) Y el
apóstol Pablo confirma estas palabras escribiendo: “De manera que en armonía
con su generosa benignidad, nos ha dado la sabiduría y el discernimiento
necesarios para comprender su secreto sagrado, que es la disposición
tomada tiempo atrás, de que al llegar el tiempo establecido reuniría
de nuevo todas las cosas que están en los cielos y sobre la tierra, bajo
la administración de Cristo.” (Efesios 1:7..10) Podemos por tanto
estar seguros de que la información necesaria para llegar a conocer la
definitiva solución a los problemas que angustian a la humanidad, se halla en
las Escrituras.
Veamos pues lo que a
propósito de esto se dice en ellas
4 Unos 730 años antes de
Cristo, el profeta Isaías escribió: “Porque nos ha nacido un niño, se nos ha dado un
hijo, y sobre su hombro estará la soberanía. Y se le llamará con el
nombre de ‘Portentoso Consejero’, ‘Poderoso Divino’, ‘Precursor de Eternidad’,
‘Príncipe de Paz’. De la grandeza y de la paz del reinado no habrá final,
estará sobre el trono de David y sobre su reino para establecerlo y para
sostenerlo con justicia y rectitud, desde entonces y para siempre. El celo de
Yahúh de las multitudes llevará esto a cabo”. (Isaías 9:6..7)
Siglos antes de que
Isaías fuese inspirado a escribir estas palabras, Dios había hablado
figurativamente de este reino, cuando tras la rebelión del hombre que había
rechazado su gobierno, se dirigió al primer y principal enemigo de su soberanía,
diciendo:
“...pondré enemistad entre ti y la mujer, entre tu descendencia y su
descendencia. Él aplastará tu cabeza y tu herirás su talón”. (Génesis 3: 1-5)
Esta profecía registrada por Moisés en el libro del Génesis, encerraba una
alegoría secreta que fue poco a poco desvelada a sus servidores. Una indicación
de su sentido la encontramos ya en la promesa que Dios hizo a Abraham, y que
dice: “Bendeciré
a los que te bendigan y maldeciré a los que te maldigan, y por medio de ti
serán bendecidas todas las familias de la tierra”. (Génesis 12:23)
Así pues, la bendición de todas las familias de la tierra se cumpliría mediante
la promesa hecha a Abraham, y con respecto a él, Pablo dice: “Por fe, moró como un
extranjero en el país de la promesa, habitando en tiendas con Isaac y Jacob,
herederos con él de la misma promesa, mientras permanecía a la espera de la
ciudad que tiene fundamentos verdaderos, y cuyo arquitecto y
constructor es Dios.” (Hebreos 11:9..10) Esta ciudad se menciona también en el
libro del Apocalipsis, donde se le da el nombre de ‘La Nueva Jerusalén’, relacionándola con el reino de los cielos o el reino de Dios.
5 Después de revelar que
la promesa de bendición para todas las familias de la tierra tendría
cumplimiento a través de la descendencia de Abraham, para conferir un sentido
de inmutabilidad a su promesa, añadió un juramento. Leemos: “Por segunda vez llamó el
ángel de Yahúh a Abraham desde los cielos y le dijo: ‘Yahúh declara: ‘Por mí
juro, que por haber obrado de esta manera y no haber retenido de mí a tu
hijo, tu único, yo te bendeciré en gran manera y aumentaré muchísimo tu
descendencia, que será cómo las estrellas de los cielos y cómo la arena de la
orilla del mar. Tu descendencia se adueñará del lugar de residencia de sus
enemigos y puesto que has escuchado mi voz, por medio de tu descendencia,
todas las naciones de la tierra serán bendecidas”. (Génesis 22:15..18)
El apóstol Pablo comenta
así esta escritura: “Por esto Dios, queriendo demostrar a los herederos (o sea la descendencia) con más claridad
todavía, la irrevocabilidad de su decisión, interviene con un juramento, para
que por medio de dos actos inmutables en los que es imposible que Dios
mienta, nosotros que nos hemos aferrado firmemente a la esperanza que se
nos ha puesto delante, tengamos un gran estímulo”. (Hebreos 6:18)
6 Ahora bien ¿En quien se
cumple la promesa que le fue hecha a Abraham y en quien se concreta la profecía
del capítulo noveno del libro de Isaías? Pablo responde a estas preguntas en su
carta a los gálatas, cuando escribe: “…la promesa se le hizo a Abraham y a su progenie,
no dice 'y a las progenies' cómo si hablase de muchas; cómo hablando de una
sola, dice 'y a tu progenie', que es el Cristo.” (Gálatas 3:16)
Y puesto que Jesús Cristo es el principal de la progenie de Abraham y aquel por
medio de quien todas la naciones serían bendecidas, el beneficio de su
ministerio no podía quedar restringido a la nación de Israel; el apóstol Pablo
aclara este asunto y dice: “…por medio de Cristo Jesús, la bendición de Abraham ha podido
alcanzar a las personas de las naciones, para que mediante su fe, pudiesen
llegar a ser partícipes de la promesa del espíritu”, (Gálatas 3:14)
y dirigiéndose a los discípulos de las naciones, añade: "…de acuerdo con la
promesa, si pertenecéis al Cristo, también sois herederos y descendencia de
Abraham".
(Gálatas 3:29)
7 Resulta por tanto
evidente que aquellos que son herederos de la promesa pertenecen al cuerpo de
Cristo, es decir al grupo o equipo cuya cabeza es Cristo. Este es el ‘cuerpo’
que Pablo identifica cómo progenie de Abraham en Gálatas 3:16, y designa cómo ‘el Cristo’.
Preguntémonos ahora
¿Cuál es la herencia que Dios ha preparado para estos herederos de la promesa y
su cabeza Jesús? Pablo escribe en su carta para los discípulos de Roma: "…la promesa recibida por
Abraham y su descendencia, de ser los herederos del mundo, no fue
en virtud de la Ley, si no en virtud de la justificación que deriva de la fe". (Romanos 4:13)
Pero ¿Quiénes son estos
herederos? Y ¿De donde vienen? De nuevo las palabras de Pablo nos ayudan a
comprender; él escribe: "De manera que cuando él dice: ‘Siéntate a mi diestra hasta
que ponga a tus enemigos como escabel a tus pies’, no se dirige a los ángeles,
pues todos ellos son espíritus encargados de un ministerio, y enviados para dar
asistencia a los que han sido comprados por rescate." Hebreos
1:13..14
8 Cuando Cristo, cómo
dice la Escritura, “después de haber cumplido con la purificación de los pecados
mediante el sacrificio de expiación,” se sentó “a la diestra de la Majestad divina en el más alto de los cielos”, (Hebreos 1:3) adquirió a través de su redención, a
un número determinado de personas para que compartiesen con él las
responsabilidades del reino que su Padre le había concedido. En armonía con
esto, durante la última cena cerró un pacto con sus doce apóstoles, los
primeros elegidos para este menester, y les dijo: “Los reyes de las
naciones las dominan como señores absolutos, y los que ejercen el poder sobre
ellas se hacen llamar Bienhechores; pero no así vosotros, sino que el mayor
entre vosotros sea como el más joven y el que gobierna como el que sirve.
Porque ¿Quién es mayor, el que está a la mesa o el que sirve? ¿No es el que
está a la mesa? Pues yo estoy en medio de vosotros cómo el que sirve. Vosotros
sois los que habéis perseverado conmigo en mis pruebas; yo, por mi
parte, dispongo para vosotros un Reino, tal cómo mi Padre lo
ha dispuesto para mí, para que comáis y bebáis a mi mesa en mi Reino y os
sentéis sobre tronos para juzgar a las doce tribus de Israel”. (Lucas 22:25-30)
Desde entonces Dios a
elegido a otros hijos para que formen parte del reino, a unos hombres que cómo
Pablo escribe, “…desde el principio ha reconocido y ha designado para ser
modelados a semejanza de su Hijo, para que él sea el primogénito de muchos
hermanos”.
(Romanos 8:29)
9 El apóstol Juan escribe
en el primer capítulo del relato de la revelación que Jesús le concedió: “Juan, a las siete
congregaciones que están en el Asia. Favor y paz de Aquel que es, que era y que
debe venir, de los siete espíritus que están ante su trono y de Cristo Jesús,
el testigo fiel, el primero que ha sido resucitado de entre los
muertos, el juez de los reyes de la tierra. Para aquel que
nos ama y nos ha liberado de nuestros pecados mediante su propio sacrificio, haciendo
de nosotros un reino de sacerdotes para su Dios y Padre, sea la
gloria y el poder por los siglos de los siglos. Así sea”. (Apocalipsis 1:4-6)
Y haciendo más tarde referencia a estos elegidos por Dios para formar parte del
cuerpo de Cristo, “que habían sido sacrificados por dar testimonio de la Palabra de Dios”, (Apocalipsis
6:9) se afirma: "¡Felices y santos son los que obtienen la primera
resurrección! Sobre ellos no tiene poder la segunda muerte, ellos serán
sacerdotes de Dios y reinarán los mil años junto a Cristo." (Apocalipsis
20:6) Estas palabras confirman el cumplimiento de la profecía que se
encuentra en el libro de Daniel y que dice: “…entonces los santos del Altísimo recibirán
la dignidad real y poseerán la soberanía para siempre, por los siglos de
los siglos... ...y el reino, la autoridad y la grandeza de los reinos que están
bajo todos los cielos, serán entregados al pueblo de los santos del Altísimo, y
su reino será un reino eterno, y todos los poderosos lo respetarán y
obedecerán”.
(Daniel 7:18,27)
10 Tal cómo consideramos
en la introducción, ningún gobierno humano puede ni podrá nunca resolver los
problemas y los males de la humanidad, pero ¿Qué clase de gobierno será el del
Reino de Dios? En respuesta a las preguntas que Pilatos le hacía, Jesús reveló
la naturaleza y origen de su reino, diciendo: “Mi Reino no es de este mundo. Si mi
Reino fuese de este mundo, mi gente habría combatido para que no fuese
entregado a los judíos; pero mi Reino no es de aquí’. Y Pilato le dijo:
‘Entonces ¿Tú eres Rey?’ Respondió Jesús: ‘Sí, tal cómo dices, soy Rey. Yo he
nacido para esto y para esto he venido al mundo...” (Juan 18:36-37)
Con estas palabras Jesús
daba a entender que su reino no consistiría en otra tentativa o experimento humano,
si no el retorno a los orígenes, o sea, en el restablecimiento del orden
establecido por Dios y desafiado por la rebelión sucedida en Edén. En armonía
con esto, Pablo escribe que Dios, “…al llegar el tiempo establecido, reuniría
de nuevo todas las cosas que están en los cielos y sobre la tierra,
bajo la administración de Cristo”. (Efesios 1:7..10)
La misma predicación de
Jesús mostraba que su reino no provenía de la humanidad; Mateo escribe que “…comenzó Jesús á predicar
y á decir: Arrepentíos, que el reino de los cielos se ha acercado”. (Mateo 7:17)
11 Muchas de las
confesiones de la Cristiandad afirman que el Reino de Dios no es un reino
literal si no una condición del corazón, y para sostenerlo se basan en una
traducción errónea del evangelio de Lucas. Por ejemplo, en la versión
católica de Nacar-Colunga, los versículos 20 y 21 del capítulo
17 se vierten así: “Preguntado por los fariseos acerca de cuándo llegaría el reino de
Dios, respondiéndoles, dijo: No viene el reino de Dios ostensiblemente. No
podrá decirse: Helo aquí o allí, porque el reino de Dios está dentro de
vosotros”.
Pero ¿Por qué razón
puede decirse que esta traducción no es correcta ni fiel al sentido del texto?
Analicemos el texto griego citado, o sea: “hê basileia tou theou entos humôn estin”, y que dice
literalmente: “el reino de Dios entre ustedes es”. El adverbio ‘entos’ no puede ser traducido
aquí cómo ‘dentro’ si no cómo ‘entre’. Para que significase dentro tendría que
ir precedido por el artículo ‘to’, o sea, en el texto estaría escrito ‘to entos’, cosa que no sucede.
Además, ciertamente que
Jesús podía decir que el Reino de Dios estaba entre ellos, puesto que él era su
rey, el rey ungido de Dios, y muchos de los que le escuchaban formarían parte
de su reino o gobierno. Tras la muerte de Jesús, en el día de Pentecostés
fueron elegidos los primeros 120, y más tarde, muchos más.
12 Por otro lado, diversas
confesiones cristianas sostienen que el Reino de Dios es en realidad la Iglesia, pero también esta interpretación carece de sentido a la luz de las Escrituras,
puesto que, porque tal cómo se ha mostrado, el Reino de Dios o de los Cielos no
consiste en un reino terreno, si no en un gobierno divino que procede de los
cielos y que gobernará la tierra entera de acuerdo con el amor, la rectitud y
la justicia de Dios. Del momento en que este reino sea establecido se dice: “Y en los días de estos
reyes, el Dios de los cielos hará surgir un reino eterno que no será
destruido ni pasará a otro pueblo; triturará a todos estos reinos y
los extinguirá, pero él subsistirá para siempre”. (Daniel 2:44)
13 El historiador
Herbert George Wells escribió: “La doctrina del Reino Celestial, que fue la
primordial enseñanza de Jesús y que tan escaso papel desempeña en los credos
cristianos, es ciertamente una de las doctrinas más revolucionarias que
conmovieron y transformaron jamás el pensamiento humano”. Y en realidad, es
bien cierto que la mayoría de las confesiones de la Cristiandad han olvidado el tema principal de la enseñanza de Jesús, o sea, el establecimiento
del reino de Dios en los cielos y en la tierra, según el propósito inicial del
Creador, pero para los que desean seguir la enseñanza de Jesús, el prometido
Reino de los Cielos que él enseñó a pedir al Padre en la oración conocida cómo
el Padrenuestro, es la enseñanza prioritaria de su fe.
¿Cuáles serán los
beneficios que el gobierno del Cristo proporcionará a la humanidad?
14 Uno de los principales
será el de liberar a la humanidad de la corrupción o muerte. El apóstol Pablo
dice que “…la
humanidad entera está esperando ansiosamente la revelación de los hijos de
Dios, porque no fue sometida a la futilidad por voluntad propia, si no por
la culpa de aquel que transgredió. Por esto también mantiene la esperanza de
llegar a ser emancipada de la esclavitud a la corrupción.” (Romanos 8:19-21)
Y en armonía con esto, afirma: “Igual que por causa del primer hombre el
pecado entró en el mundo, por causa del pecado, la muerte se extendió a
todos los hombres, porque todos heredaron el pecado”. (Romanos 5:12)
La humanidad quedará
pues libre de una muerte heredada por causa de la culpa de Adán. Pablo lo
explica así: “… y si por medio de la transgresión de un solo hombre, reinó la
muerte, por medio de un solo hombre, Jesús Cristo, reinará la vida
en aquellos que reciben el generoso don de la justificación”. (Romanos 5:17)
15 Esta maravillosa
oportunidad había ya sido prometida unos 730 años antes de la llegada de Jesús,
cuando el profeta Isaías escribió: “El Señor Yahúh destruirá para siempre la
muerte, secará las lágrimas de los ojos de todos y hará desaparecer de
sobre la tierra entera la deshonra de su pueblo. Así lo ha dicho Yahúh”. (Isaías 25:8)
Y también: “Ningún
habitante dirá: ‘Estoy enfermo’, pues al pueblo que allí habita, le será
perdonada su iniquidad”. (Isaías 33:24) “Entonces se abrirán los ojos de los ciegos y se destaparán los
oídos de los sordos. Entonces saltará el lisiado cómo un ciervo y clamará la
lengua de los mudos. Porque brotarán aguas en el desierto y torrentes en la
estepa, y la tierra abrasada se convertirá en estanque y la aridez en
manantiales de agua. En la guarida reposarán los chacales sobre el verdor de
cañas y juncos”. (Isaías 35:5-7)
El envejecimiento y el
deterioro relacionado con la enfermedad y la muerte dejarán de existir. Este es
otro de los beneficios de la redención que Cristo proporcionó a los hombres, un
beneficio predicho en las Escrituras, cuando Moisés escribe en el Libro de Job: “...si encontrase un
ángel favorable, uno solo entre los miles que haciendo de mediador,
apoyase su justificación, uno que le mostrase compasión y dijese: ‘¡He
hallado un rescate para él, redímelo de bajar a la fosa!’ Su
carne se tornaría entonces más lozana que en su vigor y volvería a los días de
juventud. Suplicaría a Dios, y él le escucharía y le mostraría con alegría
su rostro, porque el hombre sería restituido a la rectitud...” (Job 33: 22-26)
16 Hablando de lo que
ocurrirá entonces, los hijos de Coré escriben en los Salmos: “Venid a contemplar las
obras de Yahúh, que ha prestado atención a la tierra. Hasta el confín de la
tierra ha hecho cesar las guerras; quiebra el arco, parte las lanzas en dos y
quema en el fuego los carros. ‘Cesad y sabed que yo soy Dios ¡Seré glorificado
entre las naciones! ¡Seré glorificado sobre la tierra!’” (Salmo 46:9-11)
En toda la historia de
la humanidad, ningún gobierno humano ha logrado eliminar la violencia, pero el
Reino de Dios lo logrará, : “… pues los malvados serán desarraigados, pero los que esperan
en Yahúh poseerán la tierra. Un poco más y no habrá impíos, mirarás su lugar
pero ya no estarán, entonces los humildes heredarán la tierra y se deleitarán
en la abundancia de paz”. (Salmo 37:9-10)
Cuando el juicio de Dios
elimine a los malvados, ya no harán falta cárceles, policía o cerraduras en las
puertas; la humanidad quedará libre de estos temores y solo persistirá el temor
respetuoso debido al Creador y a Cristo el rey que ha designado. El profeta
Miqueas escribe que “…entonces juzgará entre muchos pueblos, enjuiciará a poderosas
naciones lejanas, que forjarán sus espadas en arados y sus lanzas en guadañas;
no levantará la espada una nación contra otra y no aprenderán la guerra. Cada
cual se sentará bajo su parra y bajo su higuera y no habrá quien cause temor,
puesto que la boca de Yahúh de las multitudes lo ha declarado”. (Miqueas 4:3-4)
17 A pesar de la capacidad y de la abundancia que
hay en la tierra, hoy en día existen más de mil trescientos millones de
personas que mueren de hambre o por desnutrición y carencia de agua potable,
pero refiriéndose al reino de Dios, Salomón escribe en los Salmos: “¡El juzgará con rectitud
a tu pueblo y a tus afligidos con justicia… … Habrá abundancia de grano
sobre la tierra y mecerá su fruto en la cumbre de los montes cómo el cedro
del Líbano; florecerán desde la conmoción, cómo la hierba de la tierra”. (Salmo 72:1-2,16)
E Isaías escribe unas palabras que pueden comprenderse tanto en sentido
alegórico cómo literal, dice: “Entonces el lobo y el cordero vivirán en paz, el tigre y el
cabrito descansarán juntos, el becerro y el león crecerán uno al lado del otro,
y se dejarán guiar por un niño pequeño. La vaca y la osa serán amigas, y sus
crías descansarán juntas. El león comerá pasto, como el buey. El niño podrá
jugar en el hoyo de la cobra, podrá meter la mano en el nido de la víbora. En
todo mi monte santo no habrá quien haga ningún daño, porque tal como el agua
llena el mar, llenará el conocimiento de Yahúh la tierra entera”. (Isaías 11:6-9)
18 Verdaderamente nos es
difícil imaginar algo así, si no es con los ojos de la fe, pero todas las cosas
prometidas por Dios a través de sus profetas se han cumplido puntualmente hasta
ahora y el apóstol Juan afirma que Dios mismo garantiza que “…enjugará toda lágrima
de” los
ojos de la humanidad y “ya no habrá muerte, ni duelo, ni llanto ni dolor,
porque las cosas anteriores han pasado”. Y luego declara “Aquel que se sienta en
el trono me dijo: ‘Mira, hago nuevas todas las cosas’ y continuó: ‘Escribe, porque
estas palabras son fieles y veraces’”. (Apocalipsis 21:4-5)
¿Cuándo será establecido el Reino de
los Cielos?
19 Los discípulos que
siguieron a Jesús durante su ministerio, no tenían aún las ideas muy claras con
respecto a lo que el Reino de los Cielos significaba para la humanidad, y a
pesar de que Jesús les había explicado en parábolas que era un acontecimiento
futuro, creían que él lo iba a establecer inmediatamente, por esto le
preguntaron:
“’¿Vas a restablecer en este tiempo el Reino de Israel?’” Pero “él les contestó: ‘A
vosotros no os toca conocer el tiempo y el momento que ha fijado el Padre con
su autoridad’”. (Hechos 1:6-7)
Solamente después de
haber recibido el espíritu en el día de Pentecostés, comprendieron que el Reino
de los Cielos llegaría en tiempos futuros y entonces Pedro, tras curar a un
hombre tullido de nacimiento, habló de Jesús a los que habían contemplado el
milagro y dijo también: “Es necesario que él permanezca en el cielo hasta que llegue el
tiempo de la restauración de todas las cosas, tal cómo Dios lo ha
anunciado desde hace siglos por medio de sus santos profetas.” (Hechos 3:21)
Refiriéndose a este
tiempo de restauración de todas las cosas mediante el Reino de los Cielos,
Jesús “…les
añadió una parábola: ‘Mirad la higuera y todos los árboles. Cuando ya
echan brotes, al verlos, sabéis que el verano está cerca. Así también vosotros,
cuando veáis que sucede esto, sabed que el Reino de Dios está
cerca’”.
(Lucas 21:29-31)
¿A que sucesos se refería Jesús?
20 Desde la antigüedad,
los profetas describen algunos acontecimientos que señalarían este significativo
período. Los discípulos de Jesús registraron sus palabras con respecto a los
distintos sucesos que constituirían la señal de la proximidad de su regreso y
de la instauración del reino de Dios, en los capítulos 24 y 25 de Mateo;
13 de Marcos y 21 de Lucas; y también en 2Timoteo 3:1-5;
en 2Pedro 3:3-4 y en el relato de Juan, en Apocalipsis 6:1-8.
21 En armonía con su
descripción, la ‘señal’ está constituida por el desarrollo combinado de
varios acontecimientos prácticamente simultáneos, y por consiguiente, su
cumplimiento requiere que todos ellos se manifiesten durante una misma
generación. Por este motivo Jesús advirtió a sus discípulos: “Aprended de esta parábola
de la higuera: cuando sus ramas ya están tiernas y brotan las hojas, sabéis que
el verano está cerca; así, también vosotros, cuando veáis todo esto,
sabed que él está cerca, a las puertas. Yo os aseguro que no pasará esta
generación hasta que todo esto suceda”. (Mateo 24:32-34)
A modo de ilustración,
consideraremos las partes sobresalientes de la señal.
22 “Se levantará
nación contra nación y reino contra reino”
(Mateo
24:7)
Durante toda la historia
de la humanidad, la guerra ha hecho estragos en la Tierra. Desde el principio de las civilizaciones hasta los días de Jesús, había habido infinidad
de guerras entre las naciones para la conquista de territorios o simplemente
por intrigas y motivos políticos, además de infinidad de guerras civiles, de
revoluciones y de golpes de estado, por esto, al hablar del tiempo que pasaría
hasta su regreso, Jesús había dicho: “…también oiréis de guerras y de informes de
guerras; mirad de no alarmaros porque esto necesariamente sucederá, pero aún
no es el fin”. (Mateo 24:6)
Pero cuando Jesús habló
de los conflictos de ‘nación contra nación y reino contra reino de los últimos
días, se refería a una cosa algo diferente; una profecía paralela que él mismo
reveló a Juan, nos muestra el sentido de sus palabras. En ella se habla de un
jinete que tiene una misión específica, leemos: “… apareció otro caballo de un color rojo
fuego. A su jinete se le entregó una gran espada y el poder de quitar
la paz de sobre la tierra, de manera que los hombres se matasen unos a
otros”.
(Apocalipsis 6:4)
Y aparte de las guerras,
revoluciones y golpes de estado ¿No están acaso las guerrillas y el terrorismo,
minando la paz entre las naciones y llenando de violencia la tierra? En
realidad puede decirse que se “levanta nación contra nación y reino contra reino” o que “se suprime de sobre la
tierra la paz”.
23 “…habrá hambres en
un lugar tras otro” (Mateo 24:7)
El informe 1998-2000 de la FAO sobre el hambre, muestra que unas 25 mil personas mueren cada día por causa del hambre,
además de 6 millones al año de niños menores de 5 años, y que se calcula que
hay en el mundo unos 840 millones de personas en estado de desnutrición.
Esto sucedía en el año
2000, pero ¿Y en el 2006?
La Secretaría de la campaña
internacional: ‘MÁS Y MEJOR’ dice que “el mundo tiene los recursos y los conocimientos
técnicos necesarios para erradicar el hambre y la pobreza. No es aceptable que
40.000 personas mueran cada día de hambre… …y 1.300 millones vivan en la
extrema pobreza”. Esta no es ya una situación local, si no mundial. En muchos
países la producción de alimento, incluso con la ayuda de la ciencia moderna,
no ha podido mantenerse al paso con el aumento de la población.
En el libro del
Apocalipsis leemos: “…una voz que salía de entre los cuatro seres vivientes dijo: “Una
medida de trigo por un denario y tres medidas de cebada por un denario, pero no
dañes ni el aceite de oliva ni el vino”. (Apocalipsis 6:6) Estas palabras
indican que en el tiempo descrito en la profecía, una pequeña cantidad de
alimentos básicos cómo el trigo y la cebada, se venderían por el equivalente
del salario de un día (un denario).
24 “…sucesión de
catástrofes naturales en diferentes lugares” (Mateo 24:7)
Muchos han traducido la
palabra griega ‘seismoi’ de este versículo, cómo “terremotos”, pero esta traducción
es en este punto, reductiva, puesto que en realidad, ‘seismoi’ describe cualquier
catástrofe natural, cómo los mismos traductores reconocen cuando en este otro
versículo traducen así la misma palabra: “De pronto se levantó en el mar una tempestad
tan grande que la barca quedaba tapada por las olas”. (Mateo 8:24)
En griego: “kai
idou seismos megas egeneto en têi thalassêi, hôste to ploion
kaluptesthai hupo tôn kumatôn.”
25 Cuando la población de
la tierra aumentaba con lentitud, el empleo de los combustibles fósiles no era
significativo y la tecnología se desarrollaba experimentalmente en ámbitos
restringidos, la degradación de la tierra, aunque continua, era lenta. Pero en
los últimos doscientos años, la población de la tierra ha aumentado rápidamente
a pesar de las grandes guerras, y las exigencias, necesidades y consumos de una
sociedad en desarrollo, han acelerado el proceso de transformación del
equilibrio que ha mantenido la tierra en una estabilidad climática durante un
largo período de tiempo.
26 Hoy en día han sido
evidenciadas y divulgadas muchas de las significativas alteraciones que afectan
a nuestro planeta y este hecho ha causado y causa una cierta alarma.
Aunque también en los
siglos anteriores acontecían catástrofes naturales, algunas de gran magnitud,
su frecuencia ha aumentado considerablemente en nuestros días, sucediéndose en
un lugar tras otro, tanto es así, que la humanidad se ha habituado a ellas y
han dejado de ser noticia. Daniel Sarewitz, Profesor de Ciencia y Sociedad en la Universidad del Estado de Arizona, declaró que “El mundo ha sido testigo de un marcado aumento de estas
“catastrofes naturales”, desde los 100 anuales en los años 60, hasta 500
anuales a principios de 2000”, y también el profesor colombiano
Omar Darío Cardona, de la Universidad de los Andes, en Bogotá y Director del
Centro de Estudios sobre Desastres, declaró a la BBC, en respuesta a la pregunta de si se
esperan inmediatas catástrofes naturales: “Vemos que los fenómenos naturales causantes de
desastres, no solo aumentarán en su gravedad, si no también en su
frecuencia”.
27 “En diferentes
lugares, epidemias” (Lucas 21:11)
No hace falta hablar de
los males con los que la humanidad convive a pesar de los avances de la ciencia
médica, cada año, el cáncer, las enfermedades del corazón, el sida, el
paludismo y distintas enfermedades infecciosas antiguas y nuevas, causan
innumerables muertes en todos los lugares de la tierra.
28 En el Apocalipsis
leemos: “…apareció
un caballo de color glauco. El nombre de su jinete era ‘Muerte’
y de cerca le seguía el ‘Hades’ (sepulcro). A ellos se les dio autoridad sobre la
cuarta parte de la tierra, para dar muerte con la espada, (las guerras) la carestía,
las epidemias mortales y las bestias feroces de la tierra” (Apocalipsis 6:6)
Las bestias representan en las Escrituras a las naciones, es evidente que las
bestias feroces que causan una gran cantidad de muertes, hacen referencia al
terrorismo, que constituye un poder en oposición al poder establecido. Y en
realidad, una cuarta parte de la tierra está ya afectada por estas
calamidades.
29 “Surgirán muchos
falsos profetas, que engañarán a muchos” (Mateo 24:11)
El número de
declaraciones con respecto al futuro inmediato de nuestro planeta, da lugar a
inseguridad y confusión. Por una parte, ‘la ciencia’ suele eliminar
cuidadosamente cualquier mención de Dios, a pesar de que el orden perfecto del
universo da fe de la existencia de un diseño e intención definido para todo lo
existente y por otra, abundan en el mundo los guías de espiritualidades
esotéricas y los discípulos de creencias violentas.
Dentro de la
cristiandad, son muchos los maestros que aceptan e imparten ‘una buena nueva
diferente
(2 corintios 11:4) de la predicada por Jesús y los apóstoles, y han
abandonado desde hace tiempo la esperanza del retorno de Cristo y la instauración
en la tierra del Reino de Dios, dos promesas repetidas muchas veces en toda la Escritura. Jesús mismo hablo a los discípulos de su retorno, y les explicó: “Inmediatamente
después de la tribulación de aquellos días, el sol se oscurecerá, la luna
no dará su resplandor, las estrellas caerán del cielo, y las fuerzas de los
cielos serán sacudidas. Entonces aparecerá en el cielo la señal del Hijo del
hombre; y entonces se golpearán el pecho todas las razas de la tierra y verán
al Hijo del hombre venir sobre las nubes del cielo con gran poder y gloria.
El enviará a sus ángeles
con sonora trompeta, y desde los cuatro vientos reunirán a sus elegidos, desde
un extremo de los cielos hasta el otro… El cielo y la tierra pasarán, pero mis
palabras no pasarán”. (Mateo 24:29-32, 35)
30 Y también son muchos
los pastores de las más de 41.000 sectas cristianas, que interpretando
a su modo la Escritura, hacen en el nombre de Dios, un gran negocio con la
piedad ajena. Y entre ellos, los que profetizando fechas precisas de un
‘armagedón’ varias veces anunciado, sostienen desde hace unos cien años, que
Cristo reina ya sobre la tierra a través de una ‘presencia invisible’.
Seguramente Jesús se refería a algo así, cuando dijo en relación a las señales
del fin: “…si
alguno os dice entonces: “Mirad, el Cristo está aquí o allí, no
lo creáis. Porque surgirán falsos cristos (falsos ungidos) y falsos profetas, que
harán grandes señales y prodigios, capaces de engañar, si fuera
posible, a los mismos elegidos ¡Mirad que os lo he predicho!
Así que si os dicen: “Está en el desierto” (una presencia invisible), no salgáis;
“Está en los aposentos” (una presencia invisible), no lo creáis. Porque tal cómo el
relámpago sale por oriente y brilla hasta occidente, así será la llegada
del Hijo del Hombre”. (Mateo 24:23-27)
31 Tiempo antes de hablar
de las señales de su retorno, Jesús había ya advertido a sus discípulos: “Guardaos de los falsos
profetas que vienen a vosotros con disfraces de ovejas, pero por dentro son
lobos feroces. Por sus frutos los conoceréis… Así que por sus frutos
los reconoceréis. No todo el que me diga: ‘Señor, Señor’,
entrará en el Reino de los Cielos, si no el que haga la voluntad
de mi Padre celestial. Muchos me dirán aquel Día: ‘Señor, Señor ¿No
profetizamos en tu nombre, y en tu nombre expulsamos demonios, y en tu nombre
hicimos muchos milagros?’ Y entonces les declararé: ‘¡Jamás os conocí,
apartaros de mí, practicantes de injusticia!’” (Mateo 7:15-23) Y después de
explicarlas, declaró: “…de aquel día y hora nadie sabe, ni los ángeles de los cielos ni el
Hijo, sólo el Padre. La llegada del Hijo del hombre será cómo en los
días de Noé; porque tal cómo en los días que precedieron al diluvio, comían,
bebían y tomaban mujer o marido hasta el día en que Noé entró en el arca, y no
se dieron cuenta hasta que sobrevino el diluvio y los arrastró a todos, así
será también la llegada del Hijo del hombre”. (Mateo 24:36-39)
32 “Y al crecer cada
vez más la iniquidad, se enfriará el amor de la mayor parte”
(Mat.
24:12)
La delincuencia y la
criminalidad han existido desde siempre, pero lo que salta a la vista cuando se
considera el delito a nivel mundial, es el hecho de que se extiende y aumenta
rápidamente, y que este aumento es real, pues solo en un pequeño porcentaje se
debe a la existencia de una mayor información.
Por otro lado, con el
propósito de establecer una legalidad ajustada a criterios éticos diversos, se
pasa por alto el equilibrio que la obediencia a unas leyes morales
fundamentales representa, con el resultado de una disminución del sentido del
deber personal y de un empobrecimiento de las relaciones humanas. La mentira,
la infidelidad, la inmoralidad en general y la falta de responsabilidad y de
respeto por la vida, son cosas comunes, y cada año se practican decenas de
millones de abortos.
Esta es la clase de
iniquidad que puede asociarse con la profecía registrada en el capítulo 24 de
Mateo, y que seguramente contribuye a que el amor potencial de las personas se
vaya enfriando, mientras aumenta la indiferencia.
33 Estos acontecimientos,
en realidad dramáticos, se deben en parte al desconocimiento de lo que, según
el Creador de la vida, es el bien y el mal. Las mayoría de las personas viven
de pequeñas ilusiones y aceptan el contexto cotidiano sin hacerse demasiadas
preguntas, porque en realidad, carecen de una esperanza cierta y son
conscientes de que la vida del hombre es corta; además y según las previsiones,
tampoco el futuro puede ofrecerles una mayor seguridad. Por todas estas cosas,
Dios advierte mediante sus profetas a las gentes de nuestro tiempo: “Buscad a Yahúh todos los
humildes de la tierra, vosotros que cumplís sus normas; buscad la justicia, buscad la humildad, y
quizá encontréis cobijo en el Día de la cólera de Yahúh”. (Sofonías 2:3)
Y también Pablo escribe a los discípulos de Cristo: “Si vosotros habéis sido
despertados junto con Cristo, buscad las cosas de arriba, del lugar donde
Cristo está sentado a la diestra de Dios. Pensad en las cosas de arriba, no en
las terrenas, puesto que vosotros habéis muerto y Dios ha sepultado vuestras
vidas junto con Cristo. Y cuando Cristo, que es el responsable de nuestra vida,
se manifieste, junto a él también apareceréis vosotros en la gloria”. (Colosenses 3:1-4)
34 Todos aquellos que
desean seguir a Cristo deberían hacer un examen para determinar cuán real es
para ellos el Reino de los Cielos ¿Nos consideramos futuros súbditos de ese
gobierno? ¿Qué esfuerzos hacemos para sostenerlo? ¿Cual es la finalidad de
nuestras vidas y cuales son nuestras actividades en su apoyo?
Es necesario tener un
cierto sentido de urgencia y manifestar interés, recordando esta advertencia de
Jesús a los que vivan aquel momento de gran responsabilidad. Él dijo: “Entendedlo bien:
si el dueño de casa supiese a qué hora de la noche iba a venir el ladrón,
estaría en vela y no permitiría que penetrasen en su casa. Por eso, también vosotros
estad preparados, porque en el momento que no penséis, vendrá el
Hijo del hombre ¿Quién es pues, el siervo fiel y prudente, a quien el señor
ha puesto al frente de sus servidores para darles el alimento a su tiempo? Dichoso
aquel siervo a quien su señor halla haciéndolo así al llegar. Yo os aseguro
que le pondrá al frente de toda su hacienda.
Pero si aquel siervo se
hace malo y se dice en su corazón: “Mi señor tarda”, y se pone a golpear a sus
compañeros y come y bebe con los borrachos, el señor de aquel siervo llegará en
el día que no espera y en el momento que no sabe, y le separará señalándole
su suerte entre los hipócritas; allí será el llanto y el rechinar de
dientes”. (Mateo
24:43-51)
35 Este prometido Reino de
los Cielos representará el cumplimiento de la promesa hecha a Abraham y será el
acontecimiento mas grande y maravilloso que jamás haya vivido la humanidad, el
más importante desde la creación del mundo; tengámoslo pues siempre presente y
esperémoslo con confianza, puesto que esta garantizado mediante el juramento de
Dios.