Misericordiosos como
nuestro Dios
1 Yahúh es un Dios de
amor y de misericordia; David cantó: "Yahúh es misericordioso y pleno de benignidad, es
lento para la cólera y de una gran bondad". (Salmo 145:8-9) También el
apóstol Pablo habla de sus cualidades y dice: "…Dios, por la abundancia de su
misericordia y movido por su gran amor, nos amaba cuando aún estábamos muertos
por causa de nuestros pecados y en virtud de su benignidad, nos ha salvado por
medio de Cristo" (Efesios 2:4-5)
¿Qué significa esto?
¿Pensamos tal vez que la
misericordia de Dios solo interviene a favor de las personas cuando se
encuentran ante él cómo culpables de un pecado?
¿Demuestra Dios
misericordia solo cuándo hace más leve su sentencia para el pecador?
¡Absolutamente no!
2 Aunque en las
Escrituras, el término misericordia, (en hebreo rahham y en griego éleos) puede algunas veces
expresar la acción de perdonar, normalmente se emplea para expresar una acción
positiva.
El término ‘misericordia’ básicamente significa
‘mostrar
compasión’,
y expresa la clemencia que alivia a los angustiados ante sus dificultades o
peligros. La misericordia es una de las características de la personalidad de
Dios, es su modo de tratar con los que están necesitados, es un tierno aspecto
de su amor.
Las palabras de Jesús
nos revelan las cualidades de su Padre y nos ayudan a comprender el hecho de
que cómo Pablo dice, Yahúh es realmente un "Padre misericordioso y un Dios que nos
consuela y nos conforta …". (2Corintios 1:3) Una de las principales razones
para que Dios enviase a su Hijo a la tierra, es la de que "…tenía que hacerse
semejante en todo a sus hermanos y llegar a ser un sumo sacerdote
misericordioso y fiel en las cosas de Dios, para expiar los pecados del
pueblo. Y precisamente por haber sido puesto a prueba, sufriendo en su
propia persona, está capacitado para ayudar a los que están siendo probados". (Hebreos
2:17-18)
3 Todas estas cosas
no quieren decir que Dios sea sentimental. El empleo que hace de su
misericordia siempre está en armonía con la justicia, la santidad y sus demás
cualidades y justas normas. Por esta razón nunca debemos abusar de ella,
pensando que seguirá mostrándonosla sin importar lo que hagamos. Ninguno puede
burlarse de Dios, de modo que los que deliberada y voluntariamente pasan por
alto sus recomendaciones y mandatos, sólo cosecharán lo que han sembrado, cómo
advierte Pablo a los discípulos, escribiendo: “…no os dejéis desviar, porque con Dios no
se puede jugar y cada cual recogerá según lo que haya sembrado”. (Gálatas 6:7)
De manera que si a través de nuestras palabras, acciones y modo de vivir,
mostramos conscientemente falta de respeto a las disposiciones de Dios, le
ofendemos voluntaria y deliberadamente por lo que no podemos esperar su
misericordia.
La misericordia genera
misericordia
4 El Hijo de Dios
declaró: "Felices son los misericordiosos puesto que a ellos les será
mostrada misericordia". (Mateo 5:7) “No juzguéis y no seréis juzgados; no condenéis y no
seréis condenados; perdonad y seréis perdonados”. (Lucas 6:37) “Porque con el juicio que
vosotros juzguéis, seréis juzgados y con la medida que vosotros midáis, se os medirá”. (Mateo 7:2)
Debemos pues permanecer atentos a estas advertencias, especialmente en lo que
se relaciona con nuestros hermanos. Él había establecido este principio:
"Lo
que queréis que los hombres os hagan a vosotros, hacédselo también a
ellos",
y después de exhortar a los discípulos para que fuesen misericordiosos cómo su
Padre, añadió: "…dad y os será dado; se os derramará en el regazo una medida
plena, apretada, sacudida y rebosante, porque con la medida con la que
midáis, se os medirá". (Lucas 6:31,36-38)
Y también en las
Escrituras Hebreas se enfatiza esta actitud para con los demás. En Proverbios
28:27 leemos: "El que da a los pobres no conocerá la indigencia,
pero para aquel que se tapa los ojos abunda la maldición”. Y Proverbios 22:9
dice: "El
de buena voluntad será bendecido porque da de su pan al necesitado”.
5 Esta actitud
compasiva no debe limitarse solamente a los aspectos materiales, porque las
personas también necesitan recibir alimento para su mente y su corazón; hay
tanta gente que tiene necesidad de un alimento espiritual, de nuevas
consoladoras y alentadoras.
En un mundo insensible a
los problemas de las personas, en el que la crítica y falta de aprecio abundan,
la persona que es misericordiosa resulta una gran bendición y su proveer generoso,
tanto material cómo espiritual, no quedará sin recompensa porque ciertamente
será recompensado por Yahúh, tal cómo dice la Escritura: "Quien se
apiada del que es débil está prestando a Yahúh y él le entregará su recompensa”. (Proverbios 19:17)
La misericordia está asociada con la bondad; en el Salmo 145:9 leemos:
"Yahúh
es bondadoso para con todos y su misericordia se extiende sobre todas sus
criaturas",
y en realidad, Yahúh ama a los que imitan su misericordia.
La falta de
misericordia es desagradable
6 Por otro lado, una
persona misericordiosa puede motivar en otras sentimientos de misericordia y de
compasión, puesto que la misericordia genera misericordia, y lo mismo ocurre
con la falta de misericordia. La parábola de Jesús que habla de un esclavo
mezquino, ilustra muy bien este hecho. Después de que su dueño le perdonase una
enorme deuda, aquel esclavo no quiso mostrar compasión alguna con uno de sus
compañeros que le debía bien poca cosa. Esta falta de misericordia resultó
odiosa a los otros esclavos e informaron de lo ocurrido a su dueño; “Entonces su señor le
mandó llamar y le dijo: ‘Siervo inicuo, a ti te perdoné toda aquella deuda
porque me lo suplicaste ¿No debías también tú compadecerte de tu compañero
igual que yo me compadecí de ti?’ Y encolerizado, su señor le entregó a los
verdugos hasta que pagase todo lo que le debía. Esto mismo hará con vosotros
mi Padre celestial, si de corazón no perdonáis cada uno a vuestro
hermano”
(Mateo 18:32-35)
También el rey David
había sentido algo parecido al dueño del esclavo injusto, cuando escuchó del
profeta Natán, el relato de un hombre rico que había tomado la única oveja que
poseía un hombre pobre, para ofrecerla a sus invitados en un almuerzo.
Indignado, David “…dijo a Natán: ‘¡Vive Yahúh! El hombre que ha hecho esto merece la
muerte, por haber hecho esta cosa sin haber mostrado compasión, pagará cuatro veces el
valor de la oveja’”. Pero aunque cómo se ve, era un hombre compasivo, David quedó
apesadumbrado y confundido cuando el profeta le manifestó: "¡Eres tú el hombre!” (2Samuel 12: 5-7)
Esto nos enseña que
incluso si somos misericordiosos, no tenemos que abandonarnos a la
condescendencia, más bien tenemos que estar atentos a la exhortación de Jesús:
"Sed
misericordiosos del mismo modo que es misericordioso vuestro Padre". (Lucas 6:36)
7 La seriedad de esta
cuestión se comprende a través de la declaración de Pablo, que refiriéndose a
los “…enemigos
de Dios…”
dice que están “…privados de buen sentido, de honradez en los pactos, de afecto
natural y de misericordia”, y aún “sabiendo que el decreto de Dios condena a
muerte a los que hacen estas cosas, no solo toleran a quienes las
practican, ellos también las hacen”. (Romanos 1:30-32)
Tomemos ahora en
consideración el caso de los fariseos; Jesús les avisó de que como clase,
estaban destinados al Gehenna, o sea, a la destrucción sin retorno,
diciéndoles: “¡Ay de vosotros escribas y fariseos hipócritas! Porque pagáis el
diezmo de la menta, del eneldo y del comino, pero habéis descuidado los
preceptos más significativos de la ley: la justicia, la misericordia
y la fidelidad; son éstas las cosas que teníais que haber hecho, sin descuidar
las otras… …¡Serpientes! ¡Prole de
víboras! ¿Cómo escaparéis del juicio del Gehenna?” (Mateo 23:23,33)
El motivo de esta condena
fue principalmente su falta de misericordia, por esto, cuando en una ocasión
los fariseos reprocharon e injustamente condenaron la manera en que Jesús
trataba con publicanos y pecadores, él les reprendió y les dijo: "Id pues y aprended lo qué
significa: ‘Yo quiero misericordia y no sacrificio’". (Mateo
9:11-13)
El problema de los
fariseos fue básicamente debido a una visión excesivamente crítica de cualquier
situación. Eran rígidos e insidiosos en cuanto a la aplicación de las normas
y de las reglamentaciones tradicionales, pero prestaban poca atención a
importantes principios de la Palabra de Dios. No eran en modo alguno nada
semejantes al que ellos afirmaron ser su Padre celeste y por esto Jesús les
dijo: “Vosotros
hacéis las obras de vuestro padre… … Sois de vuestro padre el diablo y queréis
hacer los deseos de vuestro padre”. (Juan 8:41-44)
8 Si nos examinamos a
fondo ¿Encontramos en nosotros alguna inclinación semejante a las de los
fariseos?
¿Mostramos tal vez una
consideración mayor a los que son adinerados o mejor situados en la sociedad de
este mundo, descuidando a los que son menos prósperos social y económicamente?
Si gozamos de una posición de responsabilidad en el pueblo de Dios ¿Concedemos
privilegios y favores con este criterio, o tratamos a todos con imparcialidad,
interesándonos más en las cualidades espirituales que las circunstancias
materiales, la simpatía o la sagacidad comercial? Y ¿Tienen todas estas cosas
algo que ver con la misericordia?
9 Verdaderamente, la
parcialidad o el favoritismo obran en contra de la misericordia, literalmente,
la sofocan, porque originan en las personas una tendencia a la insensibilidad
ante las necesidades de los demás, y cómo se dice en el libro de Proverbios:
"Quien
cierra su oído al grito del necesitado no recibirá respuesta cuando a su vez
invoque".
(Proverbios 21:13) Ahora bien, es cierto que en algunos casos se puede y
se debe mostrar una consideración especial, sin embargo, la motivación siempre
debe estar relacionada con el progreso en la fe o con las cualidades
espirituales del individuo favorecido. Por ejemplo, Pablo escribe a Timoteo:
"Los
ancianos que presidan de un modo excelente, deben recibir una doble
recompensa, sobre todo los que se fatigan en la predicación y en la
enseñanza”,
(1Timoteo 5:17) y dice de su compañero Epafrodito: "…como ya sabéis, ha
estado gravemente enfermo, sí, casi hasta el punto de morir… …acogedle
gozosamente según el Señor, y tened en gran estima a las personas como él,
porque ha estado a punto de morir por la obra de Cristo, ya que para venir a mi
lado en cumplimiento del servicio que le habéis encomendado, ha puesto en
peligro su propia vida”. (Filipenses 2:26-27,29-30)
Esta recomendación no es
desde luego una muestra de parcialidad, es el reconocimiento debido a un fiel
servicio.
10 Jesús dijo a sus
seguidores que para demostrar ser “…hijos del Altísimo…” era necesario ser “misericordiosos, lo
mismo que vuestro Padre es misericordioso”. (Lucas 6:36)
Así, cuando uno ve a su
hermano o su hermana en una situación de necesidad, la misericordia no solo le
inducirá a dirigirle palabras de comprensión y aliento, expresando un sincero
deseo de que todo vaya a mejor, también le incitará a obrar en su favor,
haciendo todo lo que esté en su mano para resolver su situación. En armonía con
esto, el apóstol Juan escribió: "¿Cómo moraría el amor de Dios en aquel que
poseyendo bienes materiales, vuelve la espalda a su hermano necesitado?
Hijitos, no amemos con buenas intenciones y palabras, hagámoslo de
verdad y con hechos, para que tengamos la certeza de hallarnos en la
posición justa y con la conciencia limpia ante Dios”. (1Juan 3:17-19)
De manera que junto al “…sacrificio de alabanza, el fruto de labios que dan a conocer su
nombre”,
tenemos también que acordarnos de “…hacer el bien y de compartir con otros, puesto
que Dios se complace en estas ofrendas”. (Hebreos 13:15-16)
11 Una persona
misericordiosa debe además saber retener “su lengua del mal." (1Pedro 3:10) Pero ¿Qué
implica el retener la lengua del mal?
Supone evitar un modo de
hablar arrogante que pueda reflejar suficiencia y palabras de descrédito
que puedan reflejar celos; significa emplear un habla modesta, sabia
y racional, pues recordemos que Jesús dijo: "…de la
abundancia del corazón, habla la boca. El hombre bueno de su buen
tesoro saca cosas buenas, pero el hombre inicuo de su tesoro injusto saca cosas
malas. Pero yo os digo que de toda palabra vana que hablen los hombres, darán
cuenta en el día del juicio. Porque por tus palabras serás justificado y
por tus palabras serás condenado". (Mateo 12:34-37)
Por tanto, si mostramos
parcialidad en nuestra relación con los demás, si nos hacemos insensibles a sus
necesidades o si empleamos nuestra lengua severamente al dirigirnos a otros,
juzgándolos con dureza ¿Qué podemos esperar al ser juzgados? Recordemos que
todos seremos juzgados con la misma medida que aplicamos a los demás y que el
proverbio dice: "Quien cierra su oído al grito del necesitado no recibirá
respuesta cuando a su vez invoque". (Proverbios 21:13)
Jesús nos mostró cuan
seria es la responsabilidad de nuestro modo de tratar con los demás, diciendo
que debíamos pedir al Padre: “…perdónanos nuestras deudas igual que nosotros hemos
perdonado también a nuestros deudores…” y añadiendo: “Porque si perdonáis a los hombres sus
transgresiones, vuestro Padre celestial también os perdonará a vosotros, pero
si no perdonáis a los hombres, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras
transgresiones”. (Mateo 6:12,14-15)
12 Nuestro Dios Yahúh es
"misericordioso y pleno de compasión,
lento para la cólera y de una gran bondad", (Salmo 145:8) pero es
importante que tengamos presentes sus repetidas advertencias; los que
esperan su misericordia en el juicio que se aproxima, deben mostrar un
corazón misericordioso. Pablo escribe a los discípulos: “…Dios no es injusto y no
olvida el amor que habéis mostrado por su nombre, ni el hecho de que
habéis provisto y seguís proveyendo de sustento a los santos”. (Hebreos 6:10)
Y Jesús manifestó en su sermón del monte: "Felices son los
misericordiosos puesto que a ellos se les mostrará misericordia". (Mateo 5:7)
De modo que si un cristiano de corazón realmente misericordioso y compasivo,
por algún motivo tropezase, nunca tendría que temer una censura carente de
misericordia, pero la persona que no es misericordiosa podría ser comparada a
la que abandonando la justa vía de la fe, persiste en una conducta injusta, y
esto significa que “ninguno de sus actos de justicia será recordado". (Ezequiel
18:24)
13 Podemos decir que la
historia del rey David ilustra muy bien este argumento. Si Dios hubiese
considerado solamente su proceder con el hitita Urías y su mujer Betsabé,
ciertamente no hubiese encontrado al juzgarle, una base para su misericordia;
pero él sabía que el comportamiento de David no respondía a su manera de ser ya
que siempre se había mostrado misericordioso, compasivo y generoso. El hecho de
que David siempre se hubiese comportado de este modo y hubiese mostrado una
devoción sincera, proporcionó la base que permitió a Yahúh mostrarle su misericordia
y su perdón, aunque no le libró de una justa disciplina.
Otro caso que hallamos
en las Escrituras, es el de Onesíforo y su familia. El apóstol Pablo escribe a
Timoteo “Debes
saber que todos los del Asia, entre los que están Figelo y Hermógenes, me han
vuelto la espalda. Sin embargo, que el Señor conceda misericordia a la
familia de Onesíforo, que sin avergonzarse de mis cadenas, me ha confortado
muchas veces y que cuando llegó a Roma, me buscó con presteza hasta
encontrarme. Además, tu sabes mejor que yo cuantos servicios ha prestado en
Éfeso ¡Que el Señor, en el día de su manifestación, le
conceda hallar misericordia ante Dios!“ (2Timoteo 1:15-18)
Los discípulos de Cristo
tienen pues que asumir profundamente cuan beneficioso es demostrar amor,
misericordia y bondad con todos en general y con sus hermanos y hermanas en
particular, y establecer así una base que les permita acogerse en todo momento,
a la misericordia de Dios.