La Célula; canto de alabanza al
Creador
1 Los hechos de que la célula sea la unidad
fundamental de la vida y de que todo ser vivo esté formado por al menos, una
célula, es por todos conocidos.
Esta unidad, que es igual en todas las criaturas
vivas, tiene un tamaño promedio de 20 micras y constituye un cuerpo muy
complejo, capaz de procesar energía y de transmitir información. Puesto que una
micra es la millonésima parte de un metro, solamente se ha logrado mejorar el
conocimiento de su complicada y extraordinaria actividad a través del
microscopio electrónico, y las funciones de este diminuto laboratorio son tan
asombrosas, que nos hacen recordar unas palabras del rey David al
Creador: «¡Yahúh! Cuán numerosas son tus obras.
Todas las has formado con sabiduría ¡La tierra está llena de tus
criaturas!» (Salmo
104:24)
2 Para los que no aceptan la existencia de un
Creador, las diferentes y abundantes formas de vida que existen en nuestro
planeta solo se deben a una serie de accidentes puramente casuales, y teorizan
con respecto a su origen y desarrollo: “El proceso
de formación de las formas vivientes comenzó a partir de organismos simples. Este proceso se inició hace cerca de
3.500 millones de años, con la aparición de los primeros organismos
procariotas o unicelulares. En particular, el proceso de evolución tiene que ver
con la formación de nuevas especies y es un desarrollo
continuo.
No es posible saber con
certeza el modo
en que se verificó la formación de una primordial estructura celular, aunque
numerosos estudiosos de este acontecimiento, concuerdan en que el hecho
clave tiene que haber sido la formación espontánea de
unidades auto reproductoras”.
3 Verdaderamente, la teoría de la generación
espontánea se examinaba ya en tiempos de Aristóteles, pero después del siglo
XIX, con el crecimiento del agnosticismo y del ateísmo, fue rehabilitada por
constituir la única alternativa a un Creador. A pesar de la
carencia de hechos probatorios, la teoría evolutiva fue pronto establecida como
una verdad científica, ignorando sus lagunas y el hecho de que los hallazgos
presentados como prueba de evolución, han sido con el tiempo y las nuevas
técnicas, considerados, cuando no fraudulentos, una variedad dentro de
la especie misma, originada por la
degradación o por su adaptación a un entorno particular.
4 El Dr. David Pilbeam, paleo-antropólogo,
profesor de Antropología en la Universidad de Harvard y director
del Museo Peabody, que se ha destacado en el desarrollo del estudio de los
orígenes humanos y la aplicación de nuevas técnicas para el estudio de material
fósil, denuncia el fuerte componente
ideológico que influencia la interpretación de los hechos del pasado, pues
es evidente que en ciencias como la antropología o la arqueología, la carga ideológica o prejuiciosa en las
interpretaciones científicas, puede
llegar a ser muy grande. Ante la escasez de evidencia para sostener la
propia hipótesis, se tiende a la parcialidad en la interpretación de los hechos,
y esta parcialidad fue precisamente la causa de que con tanta presteza, se
aceptase como una prueba evolutiva genuina al fraudulento hombre de Piltdown, y
de que aún hoy en día, se presente en los libros escolares al llamado “hombre de
Neandertal”, como una muestra de la evolución humana, cuando es bien sabido y
desde hace más de medio siglo, que sus restos presentan rasgos de tipo
degenerativo, y que era un contemporáneo del llamado “hombre de Cromañón”, un
hombre básicamente análogo al actual.
5 En una conferencia acerca del progreso
alcanzado por la ciencia tras la segunda guerra mundial, dictada en
la
Universidad de California, el profesor Edward Teller
dijo: “Casi todo aquello que hace años
creíamos verdadero, se ha demostrado falso o inexacto a la luz de
descubrimientos sucesivos... ...En la práctica, hoy en día, solo hay una
afirmación científica que me atrevería a afirmar de un modo absoluto y es esta:
«No existe nada que sea más veloz que la velocidad de la
luz, quizás »”
De modo que podemos preguntarnos
¿Es científicamente posible el hecho de que a partir de
la materia inanimada,
surjan espontáneamente estructuras auto-reproductoras y
altamente complejas?
6 Cualquier prueba que se
presente para la evaluación y la ratificación de una hipótesis, tiene
que ser verificada mediante el método científico establecido
por Galileo Galilei en el siglo XV; un método consolidado que permanece en
vigor a través del tiempo y que puede resumirse así: «Para que las observaciones científicas tengan carácter
de “verdad
universal”, es
necesario que cada una de las alegaciones esté documentada por
pruebas verificables y repetibles, que
proporcionen siempre el mismo
resultado». En verdad, este método se aplica
en física, en química, en matemáticas y en todas las demás disciplinas
científicas, pero ¿Puede decirse que se aplica en las observaciones probatorias
de la teoría evolutiva?
7 Consideremos las declaraciones citadas en el
párrafo 2: «El proceso de
formación de las formas vivientes comenzó a partir de organismos
simples».
¿Cuáles son
las pruebas documentadas y repetibles que se
presentan?
«Este proceso se inició hace cerca de 3.500 millones de
años, con la aparición de los primeros
organismos procariotas o unicelulares».
¿Dónde se
ofrecen pruebas documentadas y repetibles?
«En particular, el proceso de evolución tiene que ver con
la formación de nuevas especies, y es un desarrollo
continuo».
¿En qué hechos se apoya esta afirmación? Y si se
trata de un desarrollo
continuo ¿Dónde se ofrecen las pruebas documentadas y
repetibles?
Por otro lado, Enrico Tortonese, director del
Museo de Ciencias Naturales de Génova, dice en su artículo “Evolución”,
contenido en el “Gran Diccionario Enciclopédico”: «De todos modos, aunque no podemos
dudar de la evolución orgánica, encontramos las mayores
dificultades cuando queremos explicarla; se han expuesto muchas
teorías, pero ninguna de ellas puede responder a nuestros
interrogantes...»
Después de reconocer que tras años y años de buscar
una explicación que concuerde con las leyes físicas y los hechos comprobados, y
de admitir (no podemos dudar...) que la evolución orgánica tiene que ser aceptada por constituir la única
opción “científica”, dice que no
se ha podido explicar el modo en que esta haya podido ocurrir, y es interesante
observar el modo en que Tortonese razona su fe en ella,
diciendo: «Las dificultades que encontramos
para poder explicar el mecanismo evolutivo... han sugerido la hipótesis que la evolución
sea un proceso concluido».
El texto enciclopédico analizado sigue
así: «No es posible saber con
certeza el modo en que la formación de una
primordial estructura celular pudo verificarse, pero muchos de los estudiosos de
este acontecimiento, concuerdan en que el hecho clave tiene
que haber sido la formación
espontánea de unidades auto reproductoras».
¿Qué clase de prueba ofrecen las palabras:
“tiene que haber sido”, aunque reflejen la opinión de muchos
estudiosos?
8 Quienes sostienen la hipótesis de la evolución,
reconocen también que la probabilidad de que los átomos y las
moléculas apropiadas se juntasen debidamente para formar tan solo una
molécula proteínica sencilla, es de 1 en 10 elevado
a 113, un número mayor que la cantidad total de átomos calculados
para todo el universo, y sin embargo, para la vida se necesita mucho más que una
simple molécula de proteína, pues para que una sola célula se mantenga
activa, se necesitan 2.000 proteínas
diferentes.
Este cálculo invalida el
hecho de que una célula se construyese casualmente; la posibilidad es tan remota como la de que un
libro pueda quedar impreso y encuadernado mediante la explosión de una imprenta,
y el no estar dispuesto a
aceptar otra alternativa, no altera esta
realidad.
9 Matemáticamente, se considera que cualquier suceso
cuya probabilidad de ocurrir sea menor a 1 en 10 elevado a 50, nunca sucede. Sir Frederick Hoyle (1915-2001),
astrónomo y matemático inglés, profesor de astronomía en Cambridge
University, en su libro “El universo inteligente”, demuestra
que la posibilidad de que los aminoácidos de una célula humana
puedan unirse al azar, es matemáticamente absurda. Hoyle ilustró
con la siguiente analogía la falta de credibilidad de la casualidad;
dijo: «¿Cuáles serían las posibilidades de que
un tornado pasase por un lote de basura que contenga todas las partes de un
avión, y que estas, juntándose accidentalmente, se integrasen para formar un
nuevo avión listo para el despegue? Las
posibilidades son tan insignificantes y remotas, que incluso si el tornado pasase por todos
los lotes de basura del universo, resultarían
nulas».
10 Así, a la pregunta de si es posible que la vida
se haya originado por medios puramente casuales, dos de los científicos más
importantes del siglo XX, Sir
Frederick Hoyle y Chandraw W. Ph. D. llegaron a la conclusión siguiente
tras 10 años de investigación: «Las
probabilidades de que la vida se haya originado de manera fortuita y por medios
puramente casuales, son de 1 en
10 elevado a 40.000».
Es
decir, de una probabilidad en 10. 000. 000. 000. 000.
000. 000. 000. 000. 000. 000. 000. 000. 000. 000. 000. 000. 000. 000. 000. 000.
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000. 000. 000. 000. 000. 000. 000. 000. 000. 000. 000. 000... y 37.891 ceros
más.
11 Hoyle y Chandraw ilustran su conclusión
escribiendo: «Amigos lectores, otra forma de ver lo
gigantesco de este número es sabiendo que los científicos físicos, nos dicen que
en el universo entero existen
1x10 elevado a 130 electrones... Tropas de monos escribiendo al azar en máquinas
de escribir, nunca podrían producir la ‘Enciclopedia Británica’, aunque solo
fuese por la razón práctica de que todo el universo observable no es
suficientemente grande para albergar los monos necesarios, las máquinas de
escribir necesarias y ciertamente los cubos de basura necesarios para tirar los
intentos fallidos. Lo mismo ocurre con el material
viviente».
Y verdaderamente, en el núcleo de una célula se
encuentra el ADN, una minúscula espiral que
contiene millones de indicaciones para su auto
reproducción, junto a las instrucciones para la labor
específica de la célula ¿Cómo hubiese pues podido la casualidad, provocar el
registro ordenado de una información mucho mayor y más compleja que la de
cualquier enciclopedia?
12 Si estos cálculos no fuesen suficientemente
claros, es importante reflexionar sobre este hecho probado y experimentado,
formulado en la segunda Ley de la Termodinámica, una ley
física fundamental:
«Siempre que
se produce una transformación de energía es decir durante cualquier proceso físico,
químico etc resulta imposible utilizar en su totalidad
la energía inicialmente disponible
ya que en cualquier proceso, una parte de la energía utilizada se
dispersa».
En otras palabras; cualquier proceso o transformación
requiere energía, y aislados de una fuente
energética adicional, los sistemas sufren una reducción
de actividad porque dispersan durante el proceso, una parte de su
energía inicial.
Este agotamiento de un sistema
o aumento de la entropía, significa que independientemente de lo organizado o
complejo que un sistema sea, con el
tiempo tiende al agotamiento y por consiguiente a desorganizarse y a
simplificarse.
No existe en la naturaleza ninguna tendencia que
impulse a pasar desde el desorden al orden o desde lo simple a lo
complejo, tal como se afirma en la
teoría de la evolución; es
más, las leyes físicas demuestran
que ocurre lo contrario.
13 En armonía con este argumento, reproducimos
aquí el testimonio del doctor Boris P. Dotsenko, ilustre científico físico
y matemático ruso, que fue director del Laboratorio Nuclear del Instituto de
Física de Kiev, antes de pedir asilo político en Canadá, en 1966. En su país
había recibido una educación basada en el pensamiento ateo, pero llegó a creer
en un Dios creador por honradez intelectual y en base a la evidencia científica
provista precisamente, por esta ‘Ley de la Entropía’. En el
libro “Científicos que Creen”; Chicago 1984, pp. 5-6, hace esta
declaración:
“Una de las leyes fundamentales de la naturaleza que
más suscitaba mi interés, era la
Ley de la Entropía. Dicho simplemente,
esta ley establece que cualquier sistema físico tiende a decaer con el
transcurso del tiempo. De hecho, por sí misma, la materia tiende a la
desorganización. Por ejemplo, sin una manutención, las casas tienden a
derrumbarse, nuestros automóviles a oxidarse y a deteriorarse, y así ocurre con
todo. Ahora bien, una de las implicaciones de esta ley es que el entero mundo
material tendría que haber vuelto al caos y quedar reducido a polvo desde hace
mucho, muchísimo tiempo ¿Qué es lo que se lo había impedido? Reflexionando en
cuanto a estas cosas, se me ocurrió de repente la idea de que tenía que existir
una potentísima fuerza “reorganizadora” que contrastase la tendencia a la
desorganización presente en la naturaleza, y mantuviese bajo control y en
perfecto orden todo el universo. Concluí que esta fuerza tenía que ser
inmaterial, porque de no ser así, también ella tendería a la desorganización, y
que tenía que ser tanto omnipotente cómo omnisciente. Sí, tenía que haber un
Dios que controlase todas las cosas.
Me di cuenta de que los científicos más brillantes
del mundo, en los laboratorios mejor equipados, son incapaces de reproducir la
más simple de las células. Dios debía pues, ser el creador de la vida sobre
la
Tierra”.
14 Siempre que los paleontólogos hallan una piedra
tallada y afilada en forma de flecha, afirman con convicción que ha sido
transformada por un ser inteligente para cazar o para defenderse, o sea, que es
una herramienta que de ningún modo es fruto de la casualidad; entonces ¿Cómo
puede suceder que el mismo científico que reconoce la manufactura intencional de
una piedra toscamente tallada, afirme que la complejidad implicada en los
organismos vivientes es fruto de la casualidad?
Libres pues de prejuicios, examinemos someramente una
célula, una unidad fundamental de vida, y consideremos sus complejos componentes
y funciones.
La membrana es la envoltura externa que
contiene el todo, y es una estructura viva con una actividad metabólica
fundamental; el cuerpo de la célula es el citoplasma y aloja los mitocondrias ,
los ribosomas, los lisosomas, el aparato de Golgi, los centriolos, las vacuolas,
el núcleo con su membrana y los cromosomas; pero estos solo son algunos de los
componentes de la célula.
15 Las neuronas son unas células especiales; en la
práctica funcionan como un sofisticado ordenador; algunas son utilizadas por el
cerebro para guardar las cosas que ha visto y recordarlas. La investigación
sugiere que las neuronas actúan como “células pensantes”, ya que son
capaces de especializarse en determinadas evocaciones previamente seleccionadas
por el cerebro. Se conectan entre sí mediante enlaces
llamadas sinapsis, para formar extraordinarios conjuntos con
capacidades más potentes que cualquier ordenador, puesto
que originan la palabra, el pensamiento, las ideas o la
creatividad, y almacenan imágenes y recuerdos.
Neurona
Conexiones neuronales
Conexión sináptica
16 Los mitocondrias son
orgánulos celulares encargados del suministro y administración de la energía
necesaria para los procesos celulares. En una célula hay varios mitocondrias
que actúan como centrales energéticas, sintetizando el adenosín trifosfato
o ATP (adenina, ribosa y tres grupos fosfatos) a partir de los carburantes
metabólicos (glucosa, ácidos grasos y aminoácidos). Y puesto que la célula
carece de conductores eléctricos la transmisión de energía está a cargo del ATP.
El ATP libera la energía almacenada, mediante la ruptura de los enlaces de alta
energía que unen los grupos fosfatos.
Mitocondria
17 Otros componentes de la célula son
el ADN (Ácido Desoxirribonucleico), el ARN (Ácido Ribonucleico) y el
Ribosoma. El ARN es un robot orgánico producido directamente del ADN; en una
célula se producen muchos ARN, con funciones que varían según las necesidades,
como por ejemplo, el ARN mensajero y el ARN de
transferencia.
Toda la información genética de una célula está
en el ADN; cuando la producción de un determinado tipo de proteína es necesaria,
un ARN mensajero copia del ADN la información; entonces intervienen los
ribosomas, que son, en el campo de la ingeniería genética, diminutas máquinas
del tamaño de 30 nanómetros aproximadamente, (nanómetro = mil-millonésima parte
de un metro).
Los ribosomas tienen la función de ordenar en la
posición correcta las moléculas y los aminoácidos necesarios para la síntesis
proteica; el proceso es el siguiente: El ribosoma lee del ARN mensajero, un
grupo de tres nucleótidos o letras que codifica un aminoácido y toma del ARN de
transferencia el aminoácido que corresponde a esas tres letras, después lee las
tres letras siguientes y ensambla el aminoácido correspondiente junto al
anterior.... y así hasta que llega la indicación de que la proteína está
terminada.
18 El ADN es la sustancia que forma los cromosomas
y por tanto, los genes. Solo está constituido por cuatro sub-unidades: las
sustancias químicas o desoxirribonucleótidos que contienen las bases (A)
adenina, (C) citosina, (G) guanina y (T) timina. Estas sub-unidades, llamadas
también nucleótidos, están coaligadas entre sí formando un larguísimo filamento linear. Una típica molécula de ADN
consiste en dos largas cadenas unidas por la interacción de las bases A y T, y
de las bases C y G.
La estructura del ADN tiene la forma de una escalera
de caracol y se llama “doble hélice”. Consiste en un código, o sea, en signos
que transmiten información, como ocurre con el lenguaje y la escritura. El
código de ADN está formado por la combinación de las cuatro moléculas o letras
A,T y C,G, que forman los genes (frases) y se agrupan en los cromosomas
(capítulos). También existen frases situadas antes y después de los genes, que
proporcionan las instrucciones de la función de cada uno.
19 La
adenina, la timina, la citosina y la guanina tienen cada una su propio
significado, constituyendo un verdadero alfabeto. La combinación de millones de
estas letras, queda enfrentada a otra cadena complementaria, para el control
recíproco y especular de la secuencia (la doble hélice), constituyendo una
información linear común en todas las formas de vida presentes en la tierra, que
genera un texto con toda la información necesaria y suficiente para definir a un
organismo vivo. El texto registrado en el ADN puede leerse, comprenderse e
interpretarse; es un programa protegido
contra el borrado y la escritura, y
destinado a perpetuar características fisiológicas. Es el texto de la vida específico para cada
organismo y único para cada especie, comprendido el
hombre.
En el caso de la célula humana, el ADN contiene 46
cromosomas y cerca de 30.000 genes.
20 Ninguno pensaría jamás que un ordenador se ha
construido y programado por casualidad, progresando, replicándose y
diversificándose por sí mismo a través de millones de años ¿Cómo puede entonces
siquiera pensarse que la enorme complejidad de las funciones dentro de la
maravillosa simplicidad de la alta
tecnología bioquímica contenida en las células, haya surgido por casualidad de la materia
inanimada? Científicamente hablando, aceptar la teoría de un casual y
espontaneo surgimiento y evolución de la vida, realmente requiere mucha más fe que el
aceptar la existencia de un Creador.
La vida está organizada hasta el menor de los
detalles, y por medio de las siempre más sofisticadas técnicas microscópicas
puestas a disposición de los investigadores, se han podido reconocer muchos
nuevos niveles de organización en la estructura de los tejidos celulares,
posibilitando la observación de un orden dinámico y difícil de
representar.
Puede también decirse que la semejanza en el funcionamiento de las
células en las diversas formas de vida vegetal y animal, no es la indicación de
una mutación evolutiva sino la de un origen común, debido a la actividad de la
misma inteligencia creadora.
21 ¿Por qué entonces tantas personas, científicas
y no, aceptan la evolución como verdad científica indiscutible? ¿Será tal vez
porque el concepto de que Dios es el «Creador del
cielo con todo lo que contiene y de la tierra con todo lo que contiene»,
(Apocalipsis 10:6) se ha convertido en
inaceptable para la sociedad actual?
La historia de la ciencia nos muestra la tendencia de
tantísimos científicos a reflejar solamente aquello que les ha sido enseñado y a
evitar la problemática de opinar en contra de las teorías establecidas, sean
ciertas o no.
De hecho, la hipótesis de un espontáneo surgir de la
vida a partir de la materia inanimada, ignora las leyes de la naturaleza probadas,
confirmadas y documentadas, por esto requiere una gran contribución de apoyo
incondicional. Por este motivo, ha sido expresamente presentada a partir de los
textos escolares en como una realidad científica establecida y como la única explicación intelectualmente
creíble de la vida, omitiendo sistemáticamente todos aquellos hechos
científicamente probados que la hacen insostenible. Y curiosamente, esta
ideología prejuiciosa, hace que aquellos que con más realismo, creen en la
actividad creadora de una fuerza inteligente, sean considerados científicamente
ignorantes.
Esto trae a la memoria el cuento de los dos
ingeniosos conocedores de la naturaleza humana, que haciéndose pasar por
sastres, ofrecieron al rey la secreta confección de un magnífico traje, que
describieron como excepcionalmente suntuoso y tan maravilloso y mágico, que no
se dejaba contemplar por los ignorantes y los obtusos, solamente por las
personas de una inteligencia superior. Después de pedir al rey muchas joyas para
adornarlo, los falsos sastres dijeron haber terminado su trabajo, y antes de
marcharse, simularon exponer ante el monarca y sus cortesanos el supuesto
magnífico traje, que todos alabaron por no querer pasar por
tontos.
22 Hablando de la sabiduría y los pensamientos de
la humanidad, el apóstol Pablo escribió: «¿Acaso
no ha hecho Dios vacía la filosofía del mundo? Puesto que por medio de su propia
filosofía, el mundo no ha llegado a conocer a Dios, él, en su sabiduría, ha
juzgado apropiado salvar a los que creen, por medio de algo que se considera
absurdo (en el mundo): las cosas que nosotros
proclamamos». (1Corintios
1:21)
En realidad el relato bíblico de la creación no está
en contraste con la secuencia que la ciencia acepta, de la aparición de la vegetación y de la vida
animal y humana, sin embargo está en contraste con la
presunción del hombre, puesto que implica que la humanidad no sigue una trayectoria
ascendente, progresando hacia la perfección, sino que caída en el pecado, no
puede deshacerse de él y necesita la salvación que viene de Dios mediante Jesús
Cristo.
Todos los escritores de los libros canónicos de
la Biblia han
afirmado desde la antigüedad, que toda la creación, animada o inanimada, procede
de la obra creadora de Dios, y puesto a prueba sin prejuicios, este hecho no ha
podido ser desmentido ni creíblemente
sustituido por cualquier otra alternativa, a pesar de todos los
esfuerzos. Por esto nosotros, que creemos en un Dios creador y
somos discípulos de Jesús, compartimos las palabras de alabanza escuchadas por
Juan durante su visión: «Tú, Yahúh, eres digno de la
gloria y del poder, porque tú creaste todas las cosas, y por voluntad tuya
existen y han llegado a ser». (Apocalipsis
4:11)